Bruce Grobbelaar comenzó a mover sus piernas como si tuviera problemas para estar de pie.
Fue una acción instintiva, su último recurso para ayudar a Liverpool en la definición por penales de la final de la Copa de Europa de 1984 frente al Roma.
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El partido se disputaba en el estadio Olímpico de la capital italiana y el marcador favorecía al conjunto inglés 3-2 cuando le tocaba el turno al delantero Francesco Graziani.