La historia de cómo descubrimos los secretos de la luz es curiosa.
Empieza con el ojo, el cual ha sido objeto de interpretaciones conflictivas desde la antigüedad.
Muchos médicos y filósofos antiguos creían en la idea del ojo activo, según la cual nuestros ojos disparaban partículas infinitamente rápidas que iluminaban todo lo que estaba en nuestro camino, y era así como podíamos ver.
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Esa era la llamada teoría de la emisión o extromisión, en la que creyeron grandes pensadores como Platón y Ptolomeo, así como el gran médico del siglo II Galeno.
La idea cambió gracias a un erudito árabe llamado Hasan Ibn al-Haytham, conocido como Alhazen, nacido en 965 d.C. en Basora, hoy ciudad iraquí.