Cuando el hermano menor de la periodista de la BBC Ruona Meyer se convirtió en un adicto al jarabe para la tos, ella empezó a investigar a quienes producen y venden medicinas basadas en los opioides en las calles de Lagos, Nigeria. Su investigación la llevó a las profundidades del submundo criminal del país, revelando una epidemia que está destruyendo montones de vidas en el África occidental.
"Donde haya chicos en edad de ir a la escuela, tan pronto como lo prueben, empezarán a molestarte para conseguir más", asegura Junaid Hassan.
Cuando oí aquellas palabras, se me revolvió el estómago.
Ya había presenciado la escena que describía, jóvenes nigerianos enganchados a un jarabe para la tos hecho con codeína, un opioide que puede ser adictivo.
Una chica de 14 años de Lagos, mi ciudad natal, y sus padres angustiados sin saber cómo ayudarla. Un joven en Kano, encadenado al suelo de un centro de rehabilitación, rodeado de moscas y enloquecido por meses de ingesta de jarabe junto a sus amigos.