El músculo financiero que exhibió China para presentar su ambicioso plan de convertirse en una de las potencias del fútbol incomodó a los tradicionales bastiones del balón en el mundo: Europa y Sudamérica.
Los clubes de la Superliga china sacudieron las reglas del mercado de transferencias y se convirtió en su principal protagonista.
De ser el destino de los futbolistas en edad de retiro, o de jugadores que nunca pudieron alcanzar la élite, comenzaron a atraer a jóvenes estrellas que se encontraban en el mejor momento de sus carreras.
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Oscar salió del Chelsea y se unió a una larga lista de jugadores consagrados que tentados por la aventura, y mucho dinero, abandonaron el fútbol europeo para ser los pilares del nuevo proyecto en China.