Tiempos de reacción y alteraciones motoras son solo algunos de los riesgos de la distracción cognitiva al momento de manejar un automóvil.
Según la Conaset, el 15% y el 30% de los accidentes de tráfico son causados directa o indirectamente por la fatiga o la somnolencia, respectivamente.
Un ejemplo común de distracción cognitiva al volante es la fatiga del conductor. El cansancio disminuye la capacidad de alerta de una persona y afecta a su capacidad de conducción, independientemente de su nivel de experiencia. Por ello, un conductor fatigado tiene un mayor riesgo de verse implicado en un accidente.
Además de los profesionales del transporte, es recomendable que, cualquiera que haga uso de su vehículo, aprenda a detectar las sensaciones que pueden indicar que está padeciendo fatiga o somnolencia.
Entre los factores de peligro, existen varios, como la pesadez en los párpados y picor cansancio en los ojos, la aparición de visión borrosa o doble, tendencia a acomodarse en el asiento y reajustes posturales, bostezos continuos y caídas repetidas de cabeza o dificultad para concentrarse o permanecer alerta.
Como resultado, se pueden producir graves consecuencias que afectan la seguridad vial no solo de la persona que maneja en este estado, sino la de todos los conductores expuestos. Algunas de estas son:
- Tiempos de reacción: “La somnolencia aumenta potencialmente el tiempo que se tarda en reaccionar ante diferentes situaciones del tráfico, por ejemplo frenar a tiempo ante un imprevisto para evitar una colisión”, explica Pablo Díaz, gerente comercial de Blackay.
- Menor concentración: Sufrir fatiga o somnolencia hace más complicado mantener la concentración en la conducción, en donde aparecen las distracciones. Ello además se potencia en trayectos habituales y conocidos (monótonos), así como en condiciones de poco tráfico en las que tendemos a relajarnos más.
- Toma de decisiones más lenta y más errores: Ambos trastornos también inciden en la capacidad de procesar información y de reacción. Además, aumentan la frecuencia de tomar decisiones equivocadas en situaciones comprometidas que exigen una rápida respuesta.
- Alteraciones motoras: Cuando se está cansado o no se ha descansado correctamente, los músculos tienden a relajarse, causando que los movimientos sean más lentos y menos precisos. También pueden aparecer leves temblores en las manos u otras partes del cuerpo.
- Alteración de las funciones sensoriales: La somnolencia exige estímulos más intensos para percibirlos correctamente. Uno de los sentidos que más sufre en este supuesto es la vista, en donde cuesta más enfocar y en ocasiones puede producir visión borrosa o fatiga ocular, sobre todo en las horas nocturnas.
- Alteraciones en la percepción: La somnolencia hace que se tienda a captar peor o incorrectamente las señales, así como luces o sonidos. En caso de insomnio prologando, los conductores incluso pueden llegar a padecer alucinaciones e ilusiones visuales.
- Microsueños: Muchos accidentes graves son producidos por periodos de pocos segundos de duración en los que el automovilista se queda ligeramente dormido, por lo que no presta atención alguna a lo que encuentra en la carretera. El mayor problema de éstos es que el conductor nos es consciente de que los ha sufrido.
“La conducción distraída no solo es perjudicial para la seguridad de las personas que conducen, sino a todo quien transite en la ruta. Por ello, es fundamental que se tomen medidas para fomentar una cultura de seguridad vial y tomar medidas para evitar que estas trágicas estadísticas sigan siendo una realidad en nuestras carreteras”, dice Pablo Díaz.
Fatiga en la conducción de flotas
Las cifras de alerta preocupan aún más en industrias como la minería, por ejemplo, donde la complejidad y el alcance de las tareas realizadas aumentan el riesgo de accidentes graves. En estos casos, la tecnología juega un rol fundamental.
‘Es importante destacar que los riesgos asociados a la somnolencia al volante aparecen mucho antes de que el conductor se duerma por completo, lo que refuta la creencia errónea de que solo el quedarse dormido conlleva a un accidente. Es ahí donde nuestra tecnología entrega una gran ayuda en materia de prevención’, advierte Pablo Díaz, gerente comercial de Blackay.
La tecnología de detección de hábitos en la conducción experimentó un importante progreso tecnológico, colaborando al sector del transporte de diversas industrias a obtener información valiosa sobre el estado de sus conductores y vehículos. Sin embargo, es el uso adecuado de la información generada lo que contribuye directamente en la seguridad vial y en el cumplimiento de los estándares en el caso de la minería.
‘Las cámaras con inteligencia artificial detectan fatiga, somnolencia y todo tipo de distracciones en cabina, y permiten a los administradores de flota conocer los hábitos de conducción en tiempo real. Con esta información, pueden aconsejarles a través de mensajes de voz sobre qué pueden hacer para mejorarlos o, en caso necesario, enviar una alerta inmediata para que el conductor modifique la conducta de riesgo’, explica el ejecutivo de Blackay.
Esta solución integrada actúa antes y después del siniestro. Si el accidente ocurre, es posible saber qué ha pasado y, sobre todo, cuál o cuáles han sido los desencadenantes.
“Tanto los usuarios individuales como las flotas pueden beneficiarse de un dispositivo de asistencia a la conducción que sea capaz de ayudar a corregir malos comportamientos de conducción. A la larga, el error humano se elimina con la aparición de los vehículos autónomos, pero hasta que llegue ese momento, debemos ser conscientes de las decisiones que tomamos cuando conducimos”, concluye Pablo Díaz