Detener tanques con libros” es el planteamiento esencial y el título de la última publicación gráfica de Mark Neville, un connotado fotógrafo inglés que como militar británico también vivió una dolorosa experiencia en el conflicto de Afganistán. Después de fotografiar Ucrania y su gente durante varios años, cambió Londres por Kiev en 2020, pero cuando estalló la guerra con Rusia tuvo que escapar a Polonia.
De 55 años y profunda sensibilidad con la cámara, Neville hace suya una frase del parlamentario alemán socialdemócrata Heiko Maas -”Si Rusia deja de luchar no habrá guerra. Si Ucrania deja de luchar no habrá Ucrania”-, y su fórmula para protestar son las imágenes.
Mark comenzó hace 6 años a trabajar en una colección de retratos de ucranianos ahora publicada bajo el título de “Stop Tanks with Books”, y convencido del error conceptual de un viejo amigo suyo que aseguraba que “los libros no pueden parar tanques, no pueden parar una guerra”.
Por contraste, cree ciegamente en la capacidad de los lectores para desarrollar una relación emocional con los libros: “Esto es algo que no ocurre con los periódicos o Internet… Puede bastar una sola canción pop o un poema para cambiar la forma en que la gente observa un conflicto”, expresa.
Retirar las tropas rusas de Crimea
De la primera edición envió 750 copias a políticos, embajadores, celebridades, negociadores y líderes de la comunidad internacional con un mensaje anexo que -claro- llegó tarde, porque la actual invasión estaba en marcha: allí exigía la retirada de las tropas rusas de Crimea y de los territorios ocupados de Lugansk y Donetsk, en la frontera de Ucrania, para evitar una mayor invasión.
Marcado por su experiencia traumática en la guerra de Afganistán, para Neville fue sorpresa cuando el Hospital Militar de Kiev le contactó para realizar una traducción de su libro anterior –basado en aquella experiencia bélica- para ser distribuido entre sus pacientes veteranos.
“Cuando llegué a Ucrania por primera vez, entendí que se trataba de un país traumatizado por la guerra. Incluso en la moderna capital de Kiev sentí y vi en los rostros de la gente el peso de un conflicto librado con violencia a 600 kilómetros de distancia. Pude reconocer en su trauma un reflejo de mi propio camino”, reconoce el autor, quien ahora plasma esa historia dolorosa en retratos de impactante desolación apoyados en los relatos de la novelista ucraniana Lyuba Yakimchuck.