Cerca de una de cada cinco personas dijo que las lavaba una vez al mes, un 25% una vez por semana, y una de cada 20 lo hacía después de cada baño o ducha.
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Bloomfield, de esta forma, precisó que “un plazo razonable sería al menos una vez a la semana”.
“A pesar de que pueden verse limpias, han acumulado con el tiempo millones de gérmenes y pueden ser un grave peligro para la salud de quien sea que viva contigo”, explicó la profesional.
Si no las lavas regularmente, dice la experta, “el número de organismos en la toalla aumenta”, y cuando decides lavarlas, “es muy difícil eliminarlos a todos”.