Desde que Eduardo Vargas dejó de embocarla regularmente, la “Roja” entró en una crisis anotadora sin precedentes. Tres de las cuatro sequías más largas en la historia de la Selección se dieron en el último lustro, una con Juan Antonio Pizzi, otra con Martín Lasarte y la restante, compartida entre “Machete” y Eduardo Berizzo.
Salvo el aire fresco que aportó la aparición de Ben Brereton, hay una ultradependencia respecto a lo que puedan hacer en esta faceta Alexis Sánchez y Arturo Vidal. El “Maravilla” ya ha manifestado públicamente su hastío por el escaso peso ofensivo del “Equipo de Todos”, donde no solamente tiene que hacerse cargo de convertir, sino también de generar las oportunidades.
Ahí está la gran tarea del “Toto” de aquí a marzo, cuando arranquen las próximas Clasificatorias sudamericanas. Más allá de las alabanzas por la recuperación de la intensidad que se había perdido, el trabajo tiene que empezar a materializarse en resultados, aunque sean en partidos preparatorios, pues sólo faltan cuatro meses para el inicio del siguiente proceso eliminatorio y van quedando pocos encuentros para experimentar.
Hablando de experimentos en el ataque, de cara a los duelos ante Polonia y Eslovaquia, está por verse si el seleccionador se la jugará por futbolistas que prometen de verdad, como Lucas Assadi y Darío Osorio, o volverá a apostar por dos íconos de la “generación perdida”, Ángelo Henríquez y Diego Rubio. Para pruebas, probemos en serio.
La edad no es excusa. Mientras Chile esté disputando amistosos, Pedri (19), Gavi (18) y Moukoko (17) estarán jugando un Mundial.