Dicen que la realidad supera a la ficción. Y en este caso, dicha frase resulta verdadera. En plena época de la Guerra Fría, la CIA buscaba diversas fórmulas para poder espiar a la Unión Soviética y tomar ventaja en el conflicto que tenía a todo el planeta inquieto.
Y una de las ideas que se le ocurrió y que la llevaron a cabo, fue utilizar una nueva forma de poder sacar información a los rusos. ¿Cómo? Con gatos.
El 2001 se desclasificaron los primeros datos y hace unos días el canal Weird History dio a conocer un breve documental en donde entregaron más detalles sobre el increíble plan de la Agencia Central de Inteligencia, el cual consistía en utilizar felinos como espías.
¿De qué se trataba todo?
El operativo se llamaba Operación Acoustic Kitty (Gatito Acústico) y se basaba en el uso de gatos que portaban el equipo de radio más avanzado de la época para captar las conversaciones que sostenían los diplomáticos soviéticos en la embajada rusa en Washington, la capital de Estados Unidos.
En ese sentido, aprovechándose de los felinos ya que eran capaces de ingresar a cualquier zona sin generar la más mínima preocupación, los modificaron al punto de parecer «antenas con patas».
«Los veterinarios de la CIA lo rajaron, le pusieron pilas y los cablearon», aseguró a The Telegraph el ex oficial de la agencia Victor Marchetti, al momento de desclasificarse la insólita operación.
Acorde al documental estrenado el pasado 3 de julio, los mininos fueron convertidos en «cyborg-cats», instándoles micrófonos en las orejas, baterías en el pecho y transmisores en la base del cráneo.
Todo esto se hizo en base de cirugías a los pobres animales, los cuales además fueron adiestrados para seguir órdenes.
Las primeras pruebas
Tras efectuarse todo este proceso, se dieron cuenta de algo que resulta bastante obvio, pero que no habían pensado en detalle: los gatos se comportaban como gatos.
Por más que fueran adiestrados, los felinos se distraían fácilmente de sus misiones, ya que se desconcentraban cuando veían algún alimento cerca.
Por lo mismo, fueron nuevamente operados. Esta vez, para suprimirles el apetito y la sensación de hambre.
El resultado
Luego de realizar el proceso que ponía fin a la posibilidad de error producto del hambre que sentía el animal, los agentes a cargo de la operación creían que todo estaba listo e iban a poder echar a andar el plan.
Por lo mismo escogieron al gato estrella, quien era el mejor evaluado como espía, para que fuera a infiltrarse en las conversaciones de los diplomáticos soviéticos.
En ese sentido, decidieron que la mejor forma de poder obtener información era solar al felino en un parque cercano a la embajada, en donde en ocasiones el personal ruso salía a fumar o a alimentarse.
Allí el gato podría pasearse sin llamar la atención, mientras que el minino tenía absolutamente claro por donde debía ir, ya que estaría adiestrado a acercarse al diplomático que tenía como objetivo.
Llegó el día. Los agentes solaron al gato espía frente al parque para que cruzara la calle y fuera a grabar la conversación. El animal empezó a caminar por las vías, dio unos pasos y la historia terminó.
¿Por qué?
Simple, el felino estaba entrenado para registrar diálogos, pero no para verificar que no venía ningún automóvil. Alcanzó apenas a caminar un poco y un taxi lo arrolló.
Así que de esta forma finalizó el plan estrella. El gato, el cual había sido modificado completamente y por el cual gastaron millones de dólares, murió atropellado.
Finalmente la CIA decidió un tiempo después poner fin a su operación. Los gastos eran elevados y los resultados no fueron los esperados. Sin embargo, no todos los animales tuvieron un destino trágico, ya que en el documental un antiguo agente relata que uno de los espías «tuvo una larga y feliz vida», tras volver a ser operado para que pudiera tener una existencia lo más gatuna posible.
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