Jerry Westrom fue a un partido de hockey en el que jugaba su hija como la había hecho tantas veces y quizás por eso nunca imaginó que “cumplir” con una de sus obligaciones de padre lo pondría frente al banquillo de los acusados como imputado por el asesinato de una mujer hace 25 años.
El 2015, un detective de Minneapolis reabrió el caso de Jeanne Ann «Jeanie» Childs, una mujer de 35 años que murió de forma brutal tras ser apuñalada varias veces en todo el cuerpo. “La sangre cubría las paredes de su dormitorio, el living y el baño”, decía parte del registro.
Gracias a los avances en el análisis de ADN, el detective envió las muestras a la Oficina de Detención Criminal de Minnesota, y los nuevos resultados convirtieron a Westrom en sospechoso, señala CBS News.
Ahí, varios agentes iniciaron un proceso de rastreo por internet con el que pretendían determinar la rutina del sujeto de 53 años y comenzó el seguimiento.
En enero, el hombre fue a ver a su hija al juego de hockey y en un momento determinado se levantó de su asiento para ir a buscar comida chatarra.
Ese fue el paso que buscaban los detectives. Esperaron que terminara y luego recogieron de la basura la servilleta que había usado para limpiarse la boca, una “técnica” que ha servido para encontrar a otros sospechosos en crímenes históricos en EEUU.
La “trampa” funcionó a la perfección, el hombre terminó detenido luego de comprobarse su ADN y fue acusado de asesinato en segundo grado.
Westrom pagó la fianza que le impuso el juez de 500 mil dólares y en la audiencia dijo que “no conocía a la víctima y que no tuvo relaciones sexuales con ninguna mujer en Minneapolis en 1993”, apunta el medio.
El juicio contra el hombre continúa adelante y el 13 de marzo deberá presentarse nuevamente en el estrado.