Stanislav Petrov falleció en mayo del 2017 en Moscú. En plena capital rusa, en una humilde vivienda y solamente acompañado por su familia, pasó el hombre sus últimos días como un anónimo más. Sin embargo, debió ser aclamado como un héroe.
El 26 de septiembre de 1983 pudo ser perfectamente el último día de la humanidad. En la época de la Guerra Fría y que el mundo veía asustado como en cualquier momento se podía desencadenar un conflicto global por el conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el mencionado analista de inteligencia trabajaba en una base secreta.
Allí, la tranquilidad de Petrov se había ido al tacho de la basura tras observar lo que le marcaba el radar: un misil nuclear había sido disparado desde territorio norteamericano e iba con dirección a su país.
Al ver esto, el hombre que en ese entonces tenía 44 años debía de inmediato dar el aviso a las autoridades y esperar la orden lógica que debería llegar tras su noticia: comenzar la represalia.
Por lo mismo, Stanislav seguía mirando el radar del centro de comando del escondido búnker que se ubicaba en Moscú, hasta que pasó el hecho que lo terminó convirtiendo en héroe; en vez de alertar a los altos mandos militares, consideró que el ataque era ilógico, que no habían motivos para que Estados Unidos tomara una decisión así de radical de forma inesperada y creyó que todo se trataba de un error.
Así que Petrov tomó el teléfono y avisó que había una falla en el sistema y que debía ser revisado cuanto antes. Esta acción, tan simple como podría parecer, evitó que ocurriera un desastre nuclear en todo el planeta.
Tras esto, el hombre pensó que su decisión era algo normal en un día de trabajo y ni siquiera le contó a su esposa. Un año después se retiró del Ejército y se fue a vivir a la ciudad de Fryazino. Y recién en 1991 este hecho se dio a conocer, siendo el hombre galardoneado en secreto por las autoridades de Rusia.
¿Por qué todo tan anónimamente? Porque si bien fue destacado «por su aporte a la Madre Patria», también había vergüenza por el error de los aparatos de inteligencia soviéticos que podrían haber desencadenado el caos total.
Tras esto, el hombre siguió viviendo tranquilamente, sin recibir ningún tipo de aporte económico por su logro, sin ser destacado en ningún lugar y siendo totalmente olvidado por todos hasta su muerte.
Pero el pasado miércoles el mundo lo volvió al recordar al cumplirse un nuevo aniversario de esos minutos en que Petrov tomó la mejor decisión de la historia moderna.
Por lo mismo, el ex secretario de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon dio un discurso valorando al hombre en el Museo de Matemáticas de Nueva York, donde se efectuó una ceremonia de premiación póstuma, según informa The Sun.
«Es difícil imaginar algo más devastador para la humanidad que una guerra nuclear total entre Rusia y los Estados Unidos», expresó.
«Sin embargo, esto pudo haber ocurrido por accidente el 26 de septiembre de 1983, si no hubiera sido por las sabias decisiones de Stanislav Yevgrafovich Petrov. Por esto, merece la profunda gratitud de la humanidad», remató la otrora autoridad.