En 1848 un buque inglés dio la alerta mundial y desde ese minuto que nació un mito que después se convirtió en realidad: el HMS Dedalus navegaba por el Atlántico Sur cuando de la nada apareció una «serpiente marina».
Casi 100 años antes, en Groenlandia surgieron las primeras voces respecto a un extraño ser que estaba en el fondo del mar, pero los británicos fueron los primeros que pudieron describir por completo a la enigmática criatura.
Posteriormente, otros tripulantes de diversos barcos indicaron haber visto algo similar, hasta que se comprobó su existencia: no era una «serpiente marina», sino que un pez que vive en las profundidades de los océanos.
Su nombre científico es Regalecus Glesne, pero es más conocido como pez remo. Raramente es visto, pero a veces aparece y causa sensación por su extraña forma, tal como aconteció el domingo en Iquique, en donde una embarcación desde donde pescaban albacoras, se toparon con el ser mitológico más real que existe.
«En libros del siglo XVI y XVII se hablaba de criaturas con aspecto de serpientes marinas. Creemos que podían referirse a los peces remo», explicó a BBC el biólogo del Instituto de Investigación Marina de la Universidad de California-Santa Bárbara (UCSB) Milton Love el 2013, tras una aparición de esta criatura en Estados Unidos.
El experto entregó posteriormente a la revista Nature más antecedentes sobre este ser, considerando que sus hallazgos causan prácticamente conmoción en todos los rincones del planeta.
«Hay muchas clases de peces inusuales, pero este es de los más extraños. Lo que se suele hacer para estudiar peces que viven en zonas muy profundas del océano es lanzar una red para atraparlos, pero los peces remo, por su gran tamaño, logran escaparse», expresó.
¿El comienzo de su otro mito?
Debido a sus escasas apariciones, y cómo vive en el fondo del mar, los pescadores de distintas partes del mundo comenzaron a pensar que la razón por la cual el pez remo de vez en cuando es visto en la superficie tendría una clara explicación: ocurrirá un terremoto.
El 2013 apareció en California y de inmediato pensaron que algo ocurriría en Estados Unidos, en donde el temor de un terremoto en la falla de San Andrés es latente prácticamente todos los días.
El 2010 por su parte se vio en Japón y días después nuestro país se vio sacudido por el 8,8 de Concepción el 27-F. Y si bien, no existe ninguna evidencia científica, los nipones pensaron que el pez remo tuvo que ver. Lo mismo pasó el 2011 cuando ocurrió el tsunami de Fukushima.
En febrero del 2017 tres de estas criaturas aparecieron en Filipinas y el temor cundió en el país asiático. Lo mismo pasó en la ciudad peruana de Tacna a inicios de este año. Y si bien, en enero un sismo de 7,1 afectó a Arequipa, no existe relación alguna considerando que el pez remo fue visto en febrero. Y nada pasó.
Este hecho fue destacado por el Instituto Geofísico del Perú (IGP), quienes en ese momento llamaron a la calma a la población, remarcando que «los científicos actualmente descartar el uso de, por ejemplo, el comportamiento de los peces para comprender los sismos».
El propio Love también negó dicha posibilidad. «Esas creencias no tienen ninguna base científica. Se pensó que porque el pez remo vive en las profundidades, puede detectar movimientos tectónicos y que su presencia en las costas es un signo de que algo anda mal. Pero no hay correlación comprobada», detalló.
«Sabemos que viven en aguas profundas y que se alimentan de medusas y zooplancton. También sabemos que no nadan muy bien. Eso hace que a veces acaben muertos en las playas, porque una corriente les lleva a aguas poco profundas y no se saben adaptar», agregó.
Pero, ¿de dónde viene esta creencia? En Japón existe la figura de «Namazu», una serpiente marina que vive debajo del país y que cada vez que aparecía, provocaba un terremoto. Por lo mismo en dicha nación cada avistamiento genera susto en la población, hecho que finalmente derivó a que este temor se multiplicara en diversos lados, incluido Iquique.
«No desacredito la teoría japonesa ni en absoluto le falto el respeto. Pero hay una gran diferencia entre sugerir algo así y probarlo. ¿Qué siente una animal que tal vez nosotros no y que le comunica la proximidad de algún evento?», remató al respecto el sismólogo de la Universidad de San Diego Pat Abbott.