- Pastpresident Asociación de Oficinas de Arquitectos
“¡Estados Unidos está lleno!”. Esta frase, dicha hace un tiempo por el presidente Donald Trump para reforzar sus argumentos en contra de la inmigración, lamentablemente parece aplicarse a territorios que van más allá de la potencia mundial.
Es también la realidad de nuestras ciudades y barrios, donde los que ya llegaron, los más afortunados, cierran por dentro las puertas de sus comunas a los que quieren llegar. Las ciudades chilenas están “llenas”, pero de barrios bloqueados y congelados por normativas locales donde no es posible construir nuevas viviendas de ningún tipo, incluidas las integradas.
Como respuesta a esta realidad, los ciudadanos se han organizado en agrupaciones que trabajan para volver a “abrir” estas zonas de las ciudades para todos. En general, estos referentes están conformados por personas de todo el espectro político y persiguen valores que van desde la justicia social hasta las ideas sobre las que el mercado de la tierra se debe desregular para de esa manera bajar los costos.
Su mensaje es claro: a mayor cantidad de viviendas construidas en barrios que cuenten con la infraestructura necesaria, menor va a ser el precio de arriendo o compra, lo que permite que esta infraestructura sea aprovechada por una mayor cantidad y diversidad de nuevos vecinos.
El impacto que genera el bloqueo al desarrollo de proyectos de vivienda es enorme y se puede medir en el comportamiento de compra. En el caso nacional, el valor de las viviendas ha subido en un 100% en los últimos 7 años; esto fuerza a un gran número de chilenos a tomar la decisión de arrendar o reducir su aspiración en términos de tamaño y calidad de la vivienda buscada y reemplazarla por una inferior o ubicada en un barrio diferente.
El porcentaje de chilenos propietarios de una vivienda alcanzaba el 65% en 2006. Este porcentaje se ha reducido rápidamente durante los últimos años. Hoy, la clase política parece gobernar mirando las encuestas o las redes sociales y nada parece indicar que este comportamiento vaya a cambiar. La pregunta que debemos hacernos es: ¿quién vela por el bien común y cómo podemos empujar a que una mayor cantidad de personas pueda vivir en barrios de calidad, que cuenten con infraestructura y servicios?
El caso del proyecto de vivienda integrada de la rotonda Atenas, en Las Condes, da luces de cuál es la respuesta. Respecto a ese caso, la gran mayoría de las personas encuestadas a nivel país se manifestó a favor de que la iniciativa se materializara, a pesar de la negativa que el proyecto generaba en los vecinos más cercanos.
El construir una ciudad para la mayoría está en las manos justamente de esa misma mayoría. Si no nos organizamos, la manera y el lugar donde tengamos que vivir en el futuro no será decidido por nosotros, sino que, por el contrario, será tarea de pequeños grupos organizados que no quieren o aceptan nuevos vecinos.
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