- Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista en Radio Cooperativa.
La cartelera de esta semana podrá contar con «El Grinch» -encantadora adaptación animada del clásico escrito por el emblemático autor estadounidense Dr. Seuss, llena de buenos sentimientos navideños, ideal para los más pequeños y mucho más tierna y colorida que la versión de 2000 con Jim Carrey-, pero las novedades que desde hoy llegan a salas locales están más dirigidas al público adulto, incluso una que está protagonizada por una niña de seis años, como es el caso de «Verano 1993» (se puede ver a través de la Red de Salas de Cine de Chile).
Distinguido como mejor ópera prima en el Festival de Berlín, ganador de tres premios Goya y seleccionado por España como su representante en la categoría mejor película extranjera en la pasada edición del Oscar, este primer largometraje de la directora y realizadora catalana Carla Simón, inspirado en un hecho clave en su propia infancia, no sólo es uno de los mejores estrenos del año en nuestro país, sino además una de las más bellas, sensibles y humanas miradas al universo infantil que nos ha entregado el cine reciente. Entrañable y refrescante, muy bien actuada por niños y adultos, emociona de manera auténtica y duradera. Verdaderamente recomendable e imperdible.
Aunque a lo largo de la última década ha seguido dando que hablar con títulos como «Anticristo», «Melancolía» y «Nymphomaniac», hace casi 15 años que en Chile no se estrenaba comercialmente una película del siempre polémico Lars von Trier. Por eso para sus fans locales será ineludible ir a ver el más reciente trabajo del siempre provocador realizador danés, «La casa que Jack construyó», pero también puede ser muy atractivo e interesante para otros públicos; si bien en su estreno mundial en el Festival de Cannes, esta mirada a cinco episodios criminales cometidos por un asesino en serie con aspiraciones de arquitecto escandalizó e indignó a decenas de espectadores que se retiraron de la sala, en verdad no es para tanto. Ni tan cruda o brutal como muchos podrían temer, más que lo sádico y perturbador de su protagonista -muy bien encarnado por Matt Dillon- e historia, y a pesar de sus excesos y la inevitable pretensión de Von Trier y sus reflexiones retóricas, esta producción sabe sorprender y luce muy bien sus divertidas e inesperadas dosis de sarcasmo y humor negro.
Y por otro lado, Wash Westmoreland, el mismo director y guionista británico que con «Siempre Alice» hace tres años le permitió ganar el Oscar a Julianne Moore, es el realizador de «Colette: liberación y deseo», que sólo se exhibirá en las Salas de Arte de la cadena Hoyts en Santiago y pese a transcurrir entre fines del siglo XIX y principios del XX, aborda una historia que adquiere renovada vigencia en estos tiempos actuales: el proceso personal y artístico que la reconocida escritora francesa Colette vivió para lograr el reconocimiento en un medio machista y conservador. A pesar de una buena actuación protagónica de Keira Knightley, el filme no profundiza demasiado y se conforma con la superficie del personaje y su entorno, pero igual destaca por sus locaciones y la espléndida ambientación de época.
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