- Presidenta de Fundación Tacal
Cuando expongo sobre temas de inclusión laboral y discapacidad, siempre termino con esta frase de Albert Einstein: “Aquellos que tienen el privilegio de saber, tienen la obligación de actuar”.
No es fácil un proceso de inclusión laboral. Llevar una persona para que lo contraten, no es tema. Pero, realizar un verdadero proceso de inclusión laboral de tal manera que la persona con discapacidad participe en igualdad de condiciones que los otros trabajadores, requiere un cambio cultural. Esto es clave para que la persona con discapacidad sea un trabajador más en la empresa.
Es esencial, para una inclusión real, que la empresa y sus empleados realicen un cambio de mirada. ¿A qué me refiero? Que aprendan que se va a incorporar a una persona y no a alguien especial. Que se trata de mirar sus competencias y no pensar que será alguien a quien habrá que cuidar. Entender que si se incluye a alguien es para ser parte del negocio y no alguien que nos produce ternura o al que hay que asistir. La inclusión real se produce cuando el futuro trabajador ingresa a la empresa porque ha sido evaluado por sus competencias y será un aporte para ella.
¿Cómo se produce ese cambio cultural, entonces? Cuando los trabajadores eliminan los prejuicios. Y, ¿qué es un prejuicio? Es cuando se pre-juzga, la mayoría de las veces por desconocimiento y no por «mala voluntad». Por lo tanto, es vital que exista un proceso de capacitación, donde se entreguen conocimientos para que las personas en base a ellos, puedan eliminar prejuicios y mitos.
Por ejemplo, dejar de pensar que un trabajador con discapacidad no puede ingresar a la empresa porque no está adaptada, como si todas las personas con discapacidad requirieran de una adecuación de su entorno. Tampoco considerar que pueda trabajar en un empresa de alto riesgo, como si una persona con discapacidad no pudiese interpretar o evaluar cuando hay o no riesgo. Así mismo, pensar que la presencia de una persona con discapacidad aumentará la tasa de accidentes o habrá más licencias médicas. Si no rompemos estos y otros prejuicios, los trabajadores jamás aceptarán a una persona diferente.
El cambio cultural de la empresa no se logra con una charla, y menos en forma rápida. Es un proceso que lleva tiempo; cambiar la mirada, eliminar los prejuicios y aceptar que la diversidad es un valor que aporta a la empresa, es parte del conocimiento y del saber.
Con estas líneas, vuelvo a relevar la frase de Einstein. Tener el privilegio de saber, nos obliga a entregar a la sociedad algo diferente, algo que permita mejorar la condición de vida de muchos que no han tenido la oportunidad de tener, quizá, las mismas opciones. Manos a la obra, podemos tener empresas inclusivas, si hacemos el trabajo y lo hacemos bien.
*Fundación Tacal imparte cursos gratuitos para personas mayores de 18 años con discapacidad. www.fundaciontacal.cl; F: 2 232 10 700; Adolfo Ibáñez 469, Independencia.
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