- Gerente general de Fundación Portas
Estamos empezando el año 2018 con algunos acontecimientos novedosos e importantes a nivel país. Por ejemplo: en los próximos días nos visita el papa Francisco, este 2018 celebramos el bicentenario de nuestra Independencia y en marzo tendremos cambio de mando presidencial. Sin embargo, hay algo que siguió su curso como todos los años anteriores y fue ver como 295.365 jóvenes chilenos, 4.742 más que los que acudieron el año pasado, rindieron la PSU y empezaron su proceso de postulación a la educación superior con el sueño de titularse.
Los medios, al igual que todos los años, cuando salen publicados los puntajes de esta prueba, tienden a enfocarse en dos o tres temas repetitivos para generar noticias: la cantidad de puntajes máximos que hubo, de qué colegios fueron estos puntajes y si aumentó o no la brecha de género. Lo que no nos informan es que la Prueba de Selección Universitaria no refleja todas las dimensiones de la calidad educativa. Solamente mide contenidos y conocimientos, y es el reflejo mínimo de la integralidad de una persona y su potencial para los estudios o desarrollo profesional.
Entonces, si no se miden las vitales habilidades socioemocionales y orales o los aspectos vocacionales a los futuros estudiantes de Chile, al ingresar a un instituto o universidad deben asumir no solamente una carga académica desafiante, sino que además múltiples retos como nuevas metodologías de estudio, formatos de enseñanza y trabajar en equipo con nuevos compañeros.
Son variados los análisis que resaltan la importancia de las habilidades blandas y su puesta en práctica. Hoy, en muchas casas de estudios superiores en Chile, el diagnóstico sobre la importancia de esta materia se repite: un profesional no es bueno si no cuenta con recursos de la llamada “inteligencia emocional”. Está demostrado que no solamente se puede contar con conocimientos cognitivos, sino que los estudiantes de Educación Superior deben desarrollar la capacidad de trabajar en equipo y relacionarse con otros.
Una de las universidades que vio la importancia de lograr tener en su malla curricular un curso permanente sobre habilidades blandas es la Universidad Alberto Hurtado. La Facultad de Ingeniería Comercial, junto a la Fundación Portas, imparten desde este año el Curso de Desarrollo de Habilidades para la Vida Universitaria. Este es un claro ejemplo de cómo una universidad pudo detectar a tiempo falencias en ese aspecto y tomar medidas correctivas.
¿Cuándo será el día que en Chile tengamos la PHU, Prueba de Habilidades Universitarias, donde se evalúe, además de los conocimientos cognitivos, creatividad, capacidad de argumentación de los jóvenes y otro tipo de habilidades? Esperemos que luego ya que necesitamos jóvenes profesionales creativos, analíticos, inductivos, y con las habilidades sociales para hacer frente al mundo de hoy.
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