Por Álvaro Bley – @alvarobley
Colectivo Alta La Frente UC – Twitter – Facebook
Pensemos en la situación actual de la Católica como una crisis. Yo la quiero pensar como una crisis, no tanto por la expresión futbolística que ha mostrado este semestre –para mí el mal momento empieza en julio, porque antes tuvimos un alto rendimiento que mereció mejor suerte–, sino por la impaciencia y alta frustración que hay en varias personas hinchas de la UC. Que gente cante que se vaya Mario Salas, que le rayen el muro o que se decore un tweet con un hashtag que pide su salida me parece penoso y genera una situación crítica en mí mismo, no tanto por la amargura que genera el boicot hacia un entrenador, sino por la forma en que la Católica trata a sus compañeros. Hay una desesperación en el ambiente que hace que yo, como hincha, entre en crisis y me pregunte qué significa ser hincha de un equipo. Para qué soy hincha y cuál es mi rol, cuál es mi finalidad.
Lo obvio sería pensar en que el hincha es un ser que quiere, con un deseo de mayor intensidad que una persona promedio, que su equipo gane. Pensemos en que este deseo es el que nos moviliza hasta el estadio, nos hace leer informaciones varias del equipo en la mañana, escuchar programas de radio a la hora de almuerzo y ver programas en el cable con exactamente el mismo contenido y nivel de discusión absurdo que el de la radio, pero en la tarde-noche.
Entonces pienso que los hinchas, dándose cuenta que el equipo no está ganando, piden la salida del entrenador como una solución obvia y evidente para retomar el cumplimiento sistemático de su deseo inacabable: que la Católica gane y que no solo gane este fin de semana, sino que gane el que viene y así. Que gane, gane y gane.
Más allá de que la solución no es obvia ni evidente –¿qué nos hace pensar que un entrenador cualquiera lo va a hacer mejor que uno que demostró que no solo sabe hacer jugar bien al equipo, sino que además lo guió a superar la dañina carga anímica del 2011?–, esta forma de existir del hincha, con su relación utilitaria con el equipo, que sólo le pide que satisfaga su deseo ganador, me hace no querer ser hincha. Esta forma me parece vacía, monótona, intelectualmente pobre e incluso abusadora. No hay amistad, no hay compañía, no disfrute, solo exigencia: dame, dame, dame, y si me dejas de dar, cambio tu cuerpo técnico a ver si le achunto a una nuevo que me siga dando.
Yo no quiero ser hincha así. Si eso significa ser hincha, me retiro. Yo quiero ser hincha de la otra forma, de la forma de amistad, compañía, disfrute. Y que a la vez me sienta parte del equipo, que me identifique con él, con sus ideales, con su forma de juego y de existir institucionalmente, y no vivir de triunfos efímeros.
Sería penoso perder a Mario Salas por un mal semestre. Y no es cosa de tener paciencia o de esperar a que el equipo repunte, sino de creer que es más valioso y constructivo que esté dentro del club que afuera
Siento que Mario Salas me acercó hacia eso, presentando en casi todos los campeonatos un equipo impredecible, explosivo, alegre y combativo, y además entregando reflexiones a mitad de semana –no pidamos grandes frases iluminadas justo después de una derrota, donde se dice lo que se puede– que se escapaban del vicio del triunfo y pensaban en un fútbol más allá del resultado, como parte de una visión de vida que dan ganas de vivirla.
Sería penoso perder a Mario Salas por un mal semestre. Y no es cosa de tener paciencia o de esperar a que el equipo repunte, sino de creer que es más valioso y constructivo que esté dentro del club que afuera, porque con él me gusta más ser hincha de la UC.