- Capellán UC. Twitter: @hugotagle
Tenemos todo para ser un gran país. Creo en Chile y su gente. Todos creemos en ella. Hemos abordado grandes desafíos y salimos airosos. Pero aún falta mucho por hacer. Ningún chileno puede quedarse a la vera del camino, sin participar realmente de las bondades del progreso. Por lo demás, el mejor progreso para unos será el ver que todos participan de él. No hay «riqueza» real, no se disfruta bien de ella, si hay pobres golpeando a la puerta, «importunando», recordándonos que ellos también quieren participar de la fiesta. Y ganamos todos cuando las desigualdades se aminoran, cuando la miseria desaparece.
Recuerdo aquí el sueño del cardenal Silva Henríquez para Chile. Viene a cuento ahora que comenzamos el mes de la patria. «Quiero que en Chile todos vivan con dignidad», nos dijo hace años. «La lucha contra la miseria es una tarea de la cual nadie puede sentirse excluido. Que cada niño tenga una escuela donde estudiar. Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia». Sí, «que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente». Soñar es un imperativo, es pensar a largo plazo y dejar las mezquindades de lado. «Quiero un país donde reine la solidaridad», nos dice, en palabras siempre vigentes, el cardenal Silva. «Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudar a quienes menos poseen. Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los más débiles. Y que los más sabios deben responsabilizarse de los que permanecen en la ignorancia. La solidaridad es un imperativo urgente. Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una patria solidaria».
Y también los jóvenes: «La juventud es nuestra fuerza más hermosa. Tienen la responsabilidad de aprender a amar de un modo limpio y abierto. Pido y ruego que la sociedad entera ponga su atención en los jóvenes, pero de un modo especial, eso se lo pido y ruego a las familias ¡No abandonen a los jóvenes! ¡Escúchenlos, miren sus virtudes antes que sus defectos, muéstrenles con sus testimonios un estilo de vivir entusiasta!».
Y lo más importante de todo: «Quiero para mi patria lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su mirada hacia el Señor», nos dijo el cardenal Silva. «Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de nuestro Dios. Que los hombres y mujeres de mi tierra conozcan al Dios vivo y verdadero, que se dejen amar por Él y que lo amen con todo el corazón. Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos».
En el mes de la patria, soñar es un imperativo. Que en éste crezcamos en fraternidad, justicia, mayor equidad; en construir «una mesa para todos» ¡Feliz mes de la Patria!
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