- Cocinero en trance. Twitter: @Psyfat
Hay diferencias sustanciales entre los diferentes lugares que se pueden visitar para comer en la ciudad. Con algo de mística se podría aseverar que al igual que sucede con las personas, existe un etéreo que llena el vacío, sea el espíritu, un alma o karma. Es el impredecible que explica ver un bar con fila en su entrada, a diferencia del vecino.
Cuando es poco ruidoso y con mesas bien ordenadas, el bullicio de algunas calles del barrio Bellavista es itinerante entre altos decibeles de desorden, pasando por la formalidad, la tranquilidad y el vacío.
Al desmenuzar la cantidad de locales que se observan caminando a cada cuadra algunos son atractivos y otros no tanto, algunos tienen una propuesta única y otros son parte del montón.
Sin querer y alejándonos un poco del epicentro de la juerga del barrio, más hacia la Chimba, nos topamos con un bellísimo y tranquilo lugar que irradiaba algo más que buena onda.
Casa Alma nos sorprendió, porque para disfrutar una cena romántica estaba preparada y equipada de buena forma, la arquitectura del lugar es un clásico del sector: esa especie de pequeños castillos que imperan en Antonia López y alrededores, que son muy bonitos comparados a los nuevos vecinos.
Casa remodelada con un espacio interior cómodo y adecuado, pero la terraza en el patio trasero es la cara más agradable para instalarse y disfrutar. Partimos con un rico borgoña de frutillas bien especiado para calmar la sed de esa calurosa noche, mientras nos anunciaban la carta que, según el mesero, se basa en la disponibilidad de productos del mercado. Carta dinámica que varía según temporada y disponibilidad.
Así, de entrada probamos una muy buenas croquetas de pernil, cremosas por dentro, de pronunciado sabor y crujiente corteza, acompañadas de algunos encurtidos y semillas de mostaza. A continuación, como plato de fondo, ella pidió “el mar”, una especie de arvejado con jibia, chorito y almeja en concha con sus correspondientes papas fritas en cubos, todo inundado por un enjundioso caldo. Yo me incliné por “el chancho”, que en lo sencillo sorprende: un buen trozo de costillar ahumado varias horas con caldo de durazno, logrando que el hueso se desprenda de la carne. Una maravilla sobre una fresca ensalada de garbanzos bien aderezados con tomate, cebolla morada y queso azul.
El lugar es súper recomendable si andan en onda tranquila, tiene espacio para estar y conversar, hay una carta de buenos vinos escogidos con criterio independiente y algunos cocteles bien elaborados. Al almuerzo ofrecen un menú acorde al horario, buena cocina, buena bebida y un lugar a toda prueba, excelente apertura de los últimos meses.
Coordenadas: Casa Alma, Antonia López de Bello 191, Recoleta. Telefono +56 9 81401163.
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