- Comunicador multifacético, experto en marketing y redes sociales y emprendedor por naturaleza.
El cuadro fue increíble. Mon Laferte aclamada por sus fans creo que recibió el mejor regalo de todos para un artista: el tiempo manifestandose. El tiempo, el esfuerzo, la distancia de la tierra que siempre castiga (Chile) se cobraban en el grito de “platino, platino” de una audiencia desesperada por devolver justicia al que, de verdad, se rompe el lomo. Antes, Fabrizio Copano (pariente cercano de este orgulloso columnista) también se permitió hablar desde la excelencia del stand-up comedy, con una construcción de guión y una seguridad brutal por el que es aclamado.
A esto, la tele le había pasado por encima. En los dos casos los columnistas de medios escritos, al interior de la burbuja de filtro que se han transformado en sí lo tradicional (un mundo donde los titulares son todos iguales), se equivocaron rotundamente. Para muchos, Montserrat sólo era “el show de una jurado más” como dijeron en cierta radio; para otros, Fabrizio era “demasiado complejo” y “no tenía experiencia”. El tapabocas violento es a la ignorancia. Montserrat ha hecho en México una carrera impresionante. Fabrizio, en toda Latinoamérica se ha presentado en los escenarios más inhóspitos e insólitos y en los más grandes. La respuesta a la comodidad mental de no salir de cierto confort son ellos dos.
Esto está pasando en casi todo: en la politica, en la comunicación, en todas las disciplinas.
Cada vez hay grietas más grandes, más desconocimiento, menos acercamiento al otro, más desprecio. Un camino de ida al fracaso, por supuesto, cuando se trabaja construyendo contenido. Hay veces en que las cosas se miden de maneras únicas, absolutas, como si sólo existiesen alternativas encajonadas. No hay espacio a la diversidad, a educar audiencias y talentos, a poder dialogar con ellos, a permitirles equivocarse.
Como Fabrizio, a su edad, hay muchos chicos que son una verdadera “generación piloto” televisiva, sin aire ni espacios ni guías. Sin tiempo más que la exigencia de hacer cosas para que después se desechen. Un titular de un diario hace unos días rezaba, sobre Benito Espinoza, “el Youtuber que tiene 3 millones de visitas y viaja en micro”.
Es probable que no tenga nada de raro que viaje en micro; es más, sería bueno que varios empezaran a viajar en una para conocer a esos seres desconocidos que son los que se entretienen con ellos. Bueno, Espinoza es una figura popular a todas luces. Dice cosas que en otros lados no se dicen, se ríe de lo que no se pueden reír, pero ¿quien dijo que no nos podíamos reír de todas esas cosas? ¿quién definió lo que es bueno para ustedes? ¿quien filtra todo esto?
Yo creo que todo pasa por un cedazo últimamente de cierto grado de confortabilidad terrible. Un ejemplo es la radio, en general, al hacer zapping. ¿donde esta la experimentación? ¿donde están las nuevas figuras? Bueno, están en Internet, esperando que alguien las eduque para dar un salto de plataforma. ¿Quien corre el riesgo?
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