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Afganistán: el relato de cómo se vive en una ciudad tomada por los talibanes

Kunduz fue una de las primeras en caer en manos de los talibanes, quienes en pocos días impusieron una serie de restricciones y amenazas.

Impacto mundial han generado las imágenes de cientos de personas en el aeropuerto de Kabul intentando escapar de la capital de Afganistán tras la arremetida de los talibanes, quienes prácticamente han tomado el control del país.

Según los primeros reportes varias personas han muerto en el intento desesperado de huir de la capital afgana, y es que el temor por la llegada de los talibanes ha generado una verdadera crisis en las calles de Kabul.

Pero tras varias semanas de intensos combates, varias ciudades ya han caído en manos del grupo fundamentalista. Es el caso de Kunduz, al norte de Afganistán, donde incluso ya tienen alcalde designado: Gul Mohammad Elias.

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Kunduz: un amenazante operativo «para levantar la moral»

En su primer día como alcalde designado, Elias se encargó de convencer a los funcionarios públicos, quienes estaban escondidos en sus casas, de reponer el tendido eléctrico y el agua potable.

Ambos suministros se habían suspendido debido a los destrozos que provocaron los combates en Kunduz. “Les dije que nuestra yihad no es contra el municipio: nuestra yihad es contra la ocupación y contra quienes defienden a los ocupantes”, señaló el alcalde designado al New York Times.

Pero con el correr de los días las cosas no cambiaron mucho. Las oficinas de servicios públicos seguían sin personal, por lo que el comandante yihadista fue perdiendo la paciencia y los modales.

Así fue como las fuerzas talibanes fueron puerta por puerta a buscar a los trabajadores del sector público. De ahí levantaron retenes con hombres armados y en el hospital se colgó un cartel que decía: “Los empleados deben volver a trabajar o enfrentarán el castigo talibán”.

Uno de los empleados públicos, identificado como Atiqullah Omarkhil relató al New York Times que Mohammad Elias le ordenó volver a trabajar para levantar la moral de la población. “Nos dijo que habían tomado la ciudad y que ahora querían garantizar que la gente tuviera servicios básicos”.

Así, para motivar a los trabajadores de la salud, los insurgentes repartieron agua y les dieron 500 afganis (unos 5 mil pesos chilenos) para costear la cena.

“Adentro del hospital, están armados. En el patio del hospital, están armados… Hasta los talibanes enfermos ingresan armados al hospital”, relató un trabajador de la salud.

Días más tarde el alcalde se presentó a la prensa rodeados de hombres armados, exigiendo que las mujeres se queden en sus casas y estableciendo una serie de prohibiciones como la venta de alcohol y de otros alimentos no permitidos por el islam.

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