A fines de 2018 Katherine Salosny emprendió un nuevo desafío laboral fuera de la televisión. Junto a dos amigos abrió las puertas de Casa Tunquén. Ubicado en el conocido balneario cercano a Algarrobo, el restaurante cuenta con variados platos gourmet de mar y tierra, verduras cosechadas en su propia huerta y para darle el toque, hornos de barro y parrillas.
La idea fue un éxito, pero en marzo de este año la llegada del Coronavirus los obligó a apagar su solicitada y laureada cocina. La ex TVN recuerda que fue “muy triste bajar la cortina a un sueño”, al que está ligada comercial y sentimentalmente, pero que nunca perdieron la fe en volver a recibir a sus fieles comensales. Finalmente, este mes esa opción se hizo real y fijaron el 13 de noviembre la reapertura de su negocio gastronómico, en el cuál la comunicadora está tan comprometida que hasta atiende ella misma las mesas y es la encargada de las comunicaciones y redes sociales.
¿Cómo te involucraste en el proyecto de Casa Tunquén?
Me asocié con Gonzalo Álvarez, el dueño del terreno y del local. Llegué a él porque una expareja mía, Patricio Errázuriz, un tremendo cocinero que todo Algarrobo y Tunquén quería mucho, estaba asociado con Gonzalo. El tema es que cinco meses antes de que inauguraran el local, Pato falleció. Fue muy trágico. Después de sus funerales me junté con la hermana de Patricio, que yo no la conocía, y nos tomamos un café. Ella me dijo que él quería volver a Tunquén, que “quería estar ahí, cerca tuyo”, y estaba armando un proyecto que nadie sabía, y ese era el del restaurante.
Es una historia muy linda…
Muy linda. Todo partió muy mágico y en este restaurante está el alma del Pato. Desde que abrimos la gente lo pasa muy bien, hay una onda muy rica y el lugar también es muy lindo.
¿Qué pasó con el local cuando empezó la pandemia?
Nos estaba yendo demasiado bien hasta que llegó la pandemia. La última vez que estuve en el restaurante fue el viernes 13 de marzo, donde di los últimos abrazos sin mascarilla, porque celebramos el cumpleaños de mi hermana. Después todo cambió. La pandemia fue muy dolorosa y tuvimos que cerrar. Era algo impensado, como película de ciencia ficción. Tuvimos que quedarnos con un equipo muy pequeño, con el compromiso de volver y, tras todos estos meses, decidimos reabrir el 13 de noviembre.
Como emprendedora, ¿qué sentías al ver tu negocio cerrado?
Este último tiempo fui varias veces a Tunquén y fue muy desolador ver como estaba el restaurante cerrado. Ahora vamos a ir tanteando si abrir sólo el fin de semana o durante la semana, eso hay que ir viendo.
¿Cómo ha sido tu experiencia de emprendedora?
Gonzalo Donoso (dueño de los restaurantes Macerado), ve todo el tema de la carta, gastronomía y administración del restaurante, es muy exigente en términos de paladar. La gente va porque la comida es buena. Gonzalo Álvarez, lleva la logística de las platas, porque es ingeniero comercial. Yo hago relaciones públicas. Soy la anfitriona, me pongo delantal y atiendo las mesas. Me siento a conversar porque en cada mesa hay una historia. A la gente le gusta sacarse una buena foto y lo paso muy bien haciéndolo. Hago las comunicaciones, estoy permanentemente publicando en Instagram.
Ser una figura conocida ha sido un plus para el local…
Sí, ha sido una ventaja. En cada negocio puede haber dificultades en algún momento, como que a alguien no le gustó un plato, pero son cosas que pueden pasar. Cuando partimos, nunca pensamos lo bien que nos iba a ir, tanto que los primeros días nos quedó la escoba…
¿Por qué?
La gente estaba afuera esperando y nosotros histéricos, sin el personal ni las mesas suficiente. La demanda fue tan brutal que fallamos, colapsamos.
¿Qué lecciones sacaron de ese revés?
Aprendimos de la experiencia. Tuvimos que mandar a hacer más mesas, contratamos más personal. La gente que trabaja con nosotros son todos de la zona, nos preocuparnos de que así sea, de Santa Teresa, el Yeco, Algarrobo.
Dónde hay más adrenalina, ¿en la televisión o en tu restaurante?
Es más adrenalínico el restaurante que la televisión. Son escenarios diferentes y creativos ambos. En un restaurante también hay una puesta en escena. Están los anfitriones, los mozos que tienen que estar con una disponibilidad, con una prestancia, siempre con una sonrisa. Te metes a la cocina y es otra la revolución que hay allí adentro, la logística. Es adrenalínico por donde se le mire.
¿Claves para tener un negocio exitoso?
Perseverar. Siempre habrá un retroceso y son las grandes pruebas, frente a eso hay que tener mucha fortaleza. Es difícil levantar un negocio, pero más difícil es sostenerlo. Puedes avanzar dos y retroceder cinco en algún momento, o simplemente cerrar tu negocio. Hay que estar muy cohesionado con el equipo que tú formas. No hay que bajar jamás la guardia.