Ser una nación “bananera” o convertirse en “Chilezuela” son las amenazas que el sector más conservador de la política chilena ve en el proceso constituyente. Sin embargo, para la presidenta de Revolución Democrática, Catalina Pérez, eso no puede estar más alejado de la realidad.
Dice que buscan sentar las bases para un “estado de bienestar 3.0, un Estado moderno, que no sólo exporta celulosa, cobre y salmón” y a propósito del lapidario informe de la ONU sobre Venezuela, sostiene que “la condena contra los crímenes de lesa humanidad tiene que ser transversal y sin matices”.
-Hay sectores que aseguran que ustedes quieren «romperlo» todo ¿Cómo analiza eso?
No hay salida más democrática, plural, abierta y esperanzadora que un proceso constituyente que logre canalizar el descontento y transformarlo en un nuevo Chile. Apostamos a que toda la impugnación acumulada después de 30 años de un modelo sumamente injusto, logre traducirse en un Chile donde todos estemos considerados.
Tanto es nuestro compromiso democrático, que incluso quienes no han querido cambios, pueden participar del proceso. Esto requiere reflejar a todos los sectores. Por eso era importante partir de una hoja en blanco, no porque queramos partir de cero, ningún proceso político se parte de cero, pero las reglas tienen que poder ser transformas.
-Se caricaturiza la idea de reformar instalando que seremos «Chilezuela». ¿Ese «miedo» podría profundizarse?
Cuando más cerca hemos estado de ser «Chilezuela» ha sido con el gobierno de Sebastián Piñera. Pero el miedo como forma de control, históricamente usado por los sectores conservadores, hoy no funciona.
La promesa eterna de la debacle, del descontrol en caso de que nos atrevamos a decir o hacer de nuestro Chile algo más justo, es un argumento que no funciona y me alegro mucho. Nos merecemos volver a vivir tranquilos y son necesarios los cambios.
-¿Y eso cómo se canalizan los cambios desde una oposición fragmentada?
Sí, se necesita una mayoría, por eso creo que es necesario que los partidos tradicionales estén disponibles a pensar fuera de la caja desde la que gobernaron los últimos 30 años. Chile tiene que dejar atrás un proceso transicional de la dictadura para avanzar hacia un proceso democrático, económico y social. Ahí vamos a avanzar con todos aquellos que estén disponibles, pero requiere de, al menos, una reflexión profunda respecto de cuál es el Chile que estamos imaginando. Ahí falta mucho. La invitación a esa reflexión es la que hacemos desde el Frente Amplio.
-¿Ve disposición en los partidos tradicionales?
Quiero pensar que sí. Quiero pensar que hay una renovación generacional importante que exige que esa reflexión se de. De repente creo que les falta un poco más de coraje a la hora de enfrentar la contingencia. Me sorprende la falta de coraje de algunos sectores de oposición para respaldar la investigación de responsabilidades políticas. O para comprometerse con algunos principios democráticos básicos como la no reelección infinita en cargos de representación popular. Espero ganen los sectores transformadores. Nadie exige que pensemos lo mismo, pero esperamos que exista un piso básico.
-¿Cree que eso pasa por presiones económicas?
Mucho tiempo la democracia estuvo secuestrada por intereses privados y eso no deja fuera a ningún sector. Hay un debate pendiente de cuál es el compromiso real que se tiene con el rol del Estado como garante de derechos fundamentales o cuál es el rol del mercado. Hay un debate ideológico en algunos partidos, donde la necesidad de administrar el modelo fue más relevante que los principios políticos fundadores.
-¿Y qué sector cree que es el más «dañado»?
Esto cabe a todos los partidos que fueron parte de la transición. Pero, en un momento constituyente, deben tomar una posición firme.
-¿En qué instancias se tomarán esas definiciones? ¿En un cónclave de la izquierda?
Hay que iniciar un proceso de diálogo abierto de cara a la elaboración muy pragmática de listas para la convención. Espero que logremos conformar 2/3 transformadores que apuesten a contenidos comunes. Hay que normalizar el debate. La política requiere que las cosas se digan algo más de frente y que se reconozcan los errores.
-¿Alcanzar los 2/3 los ayuda a cimentar una alianza?
El proceso constituyente necesariamente va a involucrar a los siguientes dos o incluso tres gobiernos. Aún más difícil que redactar una nueva Constitución, es implementar las transformaciones que esa Constitución requiere. Esto se va a extender hasta el asentamiento de un nuevo sistema económico, político y social. Sin dudas ahí tenemos claro que el Frente Amplio no sólo quiere si no que puede conducir esas transformaciones, pero evidentemente no vamos a gobernar solos.
-¿Liderados por Beatriz Sánchez? ¿Daniel Jadue?
Espero y confío en que el Frente Amplio va a presentar una candidatura presidencial. Me encantaría que fuera Beatriz, pero ella decidirá con posterioridad a que espero gane el apruebo. Pero más que fijarnos en quién es el gran líder o lideresa, tenemos que ser capaces de consolidar y proyectar discusiones colectivas que nos permitan darles contenido a dichos liderazgos.
-Ella es una de las cabecillas de Unidas por el Apruebo, y ahí está coordinada toda la oposición.
Es una muestra súper importante de cómo se puede avanzar y de cómo se pueden priorizar ideas más que personalismos. Ese debiese ser el debate que guíe la eventual unidad de proyectos políticos progresistas.
-La oposición está dividida, pero también hay dispersión en el mismo Frente Amplio ¿Cómo se entiende esa necesidad de partidos y qué tan distintos son?
Hay un rebaraje muy importante de fuerzas en todo el escenario político nacional. Dentro del Frente Amplio provenimos de distintos orígenes o tradiciones, o tenemos distintas visiones tácticas respecto de en qué tiempos avanzar. Sin embargo, algo que yo destaco mucho de la política frente amplista es que se actúa siempre en unidad de propósitos, con los objetivos por delante.
El Frente Amplio reúne cualidades muy importantes. La vocación de mayoría y la disponibilidad a la victoria. De repente cuesta comprender que es difícil encontrar triunfos cómodos. La izquierda se ha acostumbrado permanentemente a una vocación testimonial o de minoría. Somos la generación de Bielsa, no nos conformamos con la derrota cómoda, sino más bien con la victoria incómoda. La disponibilidad ha pagar costos para hacer que los proyectos políticos avancen, para rescatar que los derechos de nuestra gente vayan avanzado, es una muy buena característica del Frente Amplio.
La arremetida de La Moneda
-¿Qué reflexión le queda tras la publicación de los lineamientos del Presidente de cara a una nueva Constitución?
La única innovación es que el Presidente habla de contenidos en un proceso que no comparte. Tener a un Presidente con una de las fortunas más grandes del mundo, mientras el país que gobierna lidera los índices de pérdida de empleo es la triste paradoja de la historia que nos llevó al estallido. Los chilenos y chilenas se cansaron de que la pelota la tengan los mismo de siempre y que las reglas del juego sean injustas.
-¿Comete un error al involucrarse? ¿Qué cree que hay detrás?
Hay una profunda derrota ideológica hacia los sectores conservadores. El proceso constituyente avanza y avanzó a pesar del Gobierno. Me parece que Chile Vamos y el Presidente nunca han comprendido las dimensiones de la discusión. Aquí es el pueblo el que abrió el proceso de debate constitucional, con un proceso de malestar que se manifiesta en el estallido y va a ser el pueblo, también, el que determine los contenidos de un pacto social en nuestro país.
-¿Sólo se intentan subir al carro de la victoria?
Es tan ridículo, como el Gobierno celebrando la marcha más grande que hubo en nuestro país el año pasado. Es no comprender el proceso político, es una derrota cultural, política e ideológica muy grande. Es la única explicación que le encuentro a algo tan incoherente como lo que hoy algunos sectores de Chile Vamos hacen. Es tan incoherente como el llamado a rechazar para reformar.
Que el pueblo decida
-Dicen que es el pueblo el que tiene que decir ¿Qué están haciendo para escuchar a la gente?
La única manera de que el pueblo se vea efectivamente representado en el proceso, es ganando la convención constitucional. No creo en un proceso constituyente donde 86 parlamentarios tienen ya los cupos asegurado. La convención debe ser reflejo del Chile real, no de un Chile oculto. Eso requiere la participación de pueblos indígenas vía escaños reservados, de personas en situación de discapacidad, de la comunidad LGTBIQ+. Si no somos capaces de incorporar a todos y todas, el pacto social, ese Chile que imaginamos se vuelve cada vez más pequeño.
-¿Cómo se cumple esa promesa?
Es importante que los partidos políticos se conciban a sí mismo como herramientas al servicio del pueblo movilizado. En ese sentido a mí me hace falta un compromiso de todos los sectores políticos de plantearse como esa herramienta y abrir la participación a todos. Espero que los partidos estén al servicio entregando sus cupos en favor de dicha representación.
-¿Cómo ve la campaña de quienes están por el rechazo para ser representativos al interior de la convención que sea electa?
Me alegra que el debate respecto de la necesidad de los cambios esté superado. También que se abra la discusión de cómo, cuándo y dónde se generan dichos cambios. Hay que estar muy conscientes que estamos ante una disputa profunda respecto de la distribución del poder en Chile. Quienes han ostentado el poder en nuestro país, no lo van a entregar fácilmente. El proceso constituyente va a tener que ser defendido por quienes creemos que Chile merece y puede ser distinto. No me sorprende lo aferrados que están y el empeño que van a poner en la defensa de sus privilegios, pero confío en que el poder ya lo perdieron.