La imagen de un enorme buque petrolero que está haciendo agua e inclinándose hacia un costado frente a una costa remota de Venezuela ha desatado exhortaciones internacionales para que se impida un derrame.
Después de años de abandono, el FSO Nabarima, un monstruo oxidado lleno de crudo pesado, se encuentra en un peligroso estado de deterioro. A pesar de que se desconoce la magnitud de los daños, si no es reparado pronto podría hundirse y desencadenar un desastre ambiental, contaminando las aguas azul turquesa a lo largo de las costas venezolanas y de varias naciones vecinas del Caribe, aseguran expertos marítimos y críticos del gobierno de Venezuela.
Para agudizar las preocupaciones, el gobierno del país no ha efectuado declaraciones públicas sobre sus planes con respecto al navío.
Sin embargo, trabajadores petroleros opuestos al gobierno, como Eudis Girot, director de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela (FUTPV), han iniciado una campaña para que el presidente Nicolás Maduro preste atención a la situación. Instó al asediado mandatario a que deje atrás los años de amargas disputas entre su gobierno y el sindicato de trabajadores de la industria petrolera a fin de evitar un posible desastre ambiental.
“Invito al presidente de la República a que se monte en un helicóptero, que vaya hasta el Nabarima, que haga él mismo una inspección”, dijo Girot en un video publicado en internet hace unos días. También publicó tres fotografías de lo que asegura es la sala de máquinas del buque inundada. ”Yo quisiera estar equivocado, por Dios».
El Nabarima, de bandera venezolana, es un navío de 264 metros (866 pies) de eslora que se cree está lleno casi a su capacidad máxima con 1,4 millones de barriles de crudo, una cantidad casi cinco veces mayor a la que derramó el Exxon Valdez en 1989.
El buque se utilizaba como plataforma estacionaria anclada en el Golfo de Paria con el objetivo de ayudar a la exportación de petróleo venezolano. Pero quedó inactivo tras el reciente desplome en la demanda de energía a nivel mundial a causa de la pandemia de coronavirus y de las sanciones impuestas por Estados Unidos contra el gobierno de Maduro, las cuales han ahuyentado a posibles compradores del crudo pesado que produce Venezuela.
Los críticos de la deteriorada compañía petrolera paraestatal PDVSA señalan que el buque de doble casco —construido en 2005 por la sudcoreana Samsung para ConocoPhillips— es sólo un ejemplo de la corrupción y malas gestiones del gobierno socialista que han llevado a la quiebra a la industria petrolera del país, que en algún momento brindó prosperidad a Venezuela.
“Ese barco no estaría en este estado de no ser por la negligencia y la estupidez”, dijo Russ Dalle, director de Caracas Capital Markets, una compañía que monitorea de cerca a la industria marítima de Venezuela.