Sensación causó en los setenta la adaptación al cine de la novela “Doña Flor y sus dos maridos”, del gran escritor brasileño Jorge Amado.
Con Sonia Braga como protagonista, la provocadora película de 1976 dirigida por Bruno Barreto contó con la música de Chico Buarque, y los “maridos” fueron personificados por José Wilker y Mario Mendonça.
Una historia con más adaptaciones, tanto para el cine como para la televisión, que surgió de la imaginación pero que en la realidad tiene asidero, de acuerdo a un largo estudio efectuado por los antropólogos Monique Borgerhoff Mulder y Cody T. Ross, quienes luego de examinar y analizar durante dos décadas a una población aborigen del este de África que practica con naturalidad la poligamia, determinaron que los matrimonios de una mujer y dos varones son más felices porque se reparten las tareas del hogar de manera más equitativa.
Y aunque este tipo de esas familias tienen más hijos, la interacción con los niños era mejor y todos los miembros se mostraban dispuestos y más creativos al solucionar conflictos. Es más, los matrimonios de dos mujeres y un hombre eran menos productivos y tenían menos hijos, lo que les restaba valor en la tribu.
Los antropólogos compararon el comportamiento de los animales con el de los humanos, partiendo de la tendencia monógama que la sociedad ha impuesto a las personas, y concluyeron que la poligamia es más beneficiosa para las damas que para los hombres, y que el número ideal de esposos es dos.
El informe fue titulado “Desentrañando el éxito de apareamiento y probando los principios de Bateman en una población humana”, y lo patrocinó el Instituto Santa Fe de Estados Unidos.