Mauricio Macri perdió en la primera vuelta presidencial frente a Alberto Fernández, y para muchos eso sería una razón para estar devastado, pero el presidente argentino asimiló muy bien el fin de su gobierno porque su derrota pudo haber sido mucho más terrible.
En las primarias PASO de agosto, que se transforman en una encuesta perfecta porque todos los ciudadanos manifiestan sus preferencias, Macri sacó un 31,79% y Fernández un 47,78%. Ayer el presidente consiguió diminuir la distancia a menos de ocho puntos porcentuales.
Como en Argentina si un candidato saca en primera vuelta más de un 45% de los votos se queda con la presidencia, el peronista será el próximo mandatario, y de paso la ex presidenta Cristina Fernández asumirá la vicepresidencia.
El diario Clarín publicó que en el núcleo más cercano de Macri manifestaron que el significativo apoyo popular le da un impulso adicional para lo que le resta de su gestión, y lo posiciona de otra forma para la nueva etapa que inicia a partir del 10 de diciembre. De ahí que el jefe de Estado mostró un semblante distinto cuando se subió al escenario para reconocer el triunfo del “presidente electo”, a quien le propuso iniciar “una transición ordenada que lleve tranquilidad a los argentinos”.
Lejos de aquella noche de caras largas de agosto, el mandatario aprovechó para avisar que va a intentar mantenerse en la escena política: prometió “seguir trabajando por el futuro de los argentinos ejerciendo una oposición sana, constructiva y responsable”, informó el diario transandino.
“Quiero decirles que en mí siempre van a encontrar una persona que apuesta al diálogo. Siempre voy a poner el bien común por encima de cualquier cosa”, dijo Macri cuando reconoció la derrota.
