Dijo que era el momento de que los venezolanos recuperasen la democracia. Pero a medida que pasaban las horas, el líder opositor Juan Guaidó se quedó solo con el mismo pequeño grupo de soldados con los que lanzó un intento de alzamiento militar para resolver la agonizante lucha por el poder en Venezuela.
Tras una jornada de violentas protesta en el este de Caracas que dejaron al menos 78 heridos, las calles de la capital venezolana amanecieron el miércoles desoladas con restos de escombros quemados, postes de luz atravesados en medio de algunas vías y la mayoría de los comercios cerrados.
Como en anteriores intentos de derrocar al presidente Nicolás Maduro, la oposición pareció verse superada de nuevo el martes. Lo que Guaidó bautizó como «Operación Libertad» provocó un patrón ya conocido: las fuerzas de seguridad emplearon tácticas represivas para aplastar a grupos de jóvenes que arrojaban piedras mientras millones de venezolanos seguían el drama con una mezcla de miedo y exasperación.
Las esperanzas opositoras de dividir al gobierno no se materializaron, un avión que según Estados Unidos esperaba llevar a Maduro al exilio nunca despegó y, por la noche, uno de los más férreos opositores al gobierno, que desafió su arresto domiciliario para unirse a la insurrección, se refugió con su familia en una embajada extranjera.
Guaidó, líder de la opositora Asamblea Nacional al que Estados Unidos y más de 50 naciones reconocen como presidente legítimo de Venezuela, exhortó a una nueva ronda de protestas callejeras masivas el miércoles. Las fuerzas de la oposición esperan que los venezolanos hartos de la grave crisis humanitaria llenen las calles en todo el país. “Seguimos con más fuerza que nunca”, dijo Guaidó el miércoles en un breve mensaje en Twitter.
El último capítulo de la crisis venezolana es la amenaza más seria hasta la fecha al cuestionado mandato de Maduro. El líder, que ha contado en el apoyo de Rusia y China, estuvo ausente durante buena parte del martes y apareció a última hora de la noche para calificar el levantamiento de fracasado intento de golpe de Estado respaldado por Washington.
Hablando en la televisora estatal, Maduro dijo que los disturbios fueron sofocados y que Caracas no sucumbirá al intento de las fuerzas de derecha de “someter” a la nación a un modelo de “dominación económica neocolonial».
El alzamiento podría obligar a Maduro a tomar una decisión sobre el destino de Guaidó, explicó Giancarlo Morelli, del grupo de análisis británico Economist Intelligence Unit, agregando que el socialista enfrentará peligros sea cual fuere el camino que tome.
«No detener al señor Guaidó podría percibirse como un importante síntoma de debilidad en el señor Maduro”, apuntó Morelli. «Pero al arrestar al señor Guaidó se arriesga a una fuerte reacción de Estados Unidos” que ya impuso sanciones a Caracas.
La jornada del martes fue una de las más sorprendentes hasta la fecha en un país que, pese a tener la mayor reserva conocida de petróleo del mundo, enfrenta una crisis económica peor que la Gran Depresión estadounidense.
Los disturbios comenzaron cuando Guaidó, flanqueado por varias docenas de guardias nacionales y algunos vehículos blindados, publicó un video filmado cerca de la base aérea de La Carlota, en la capital. Sorpresivamente Leopoldo López, el mentor político de Guaidó y uno de los opositores más destacados del país, estaba junto a él. Detenido en 2014 por liderar disturbios antigubernamentales, López dijo que fue liberado del arresto domiciliario por las fuerzas de seguridad siguiendo órdenes de su pupilo.
Mientras los dos líderes opositores coordinaban acciones, tropas leales a Maduro disparaban gases lacrimógenos desde el interior de la base aérea.
Una multitud que enseguida llegó a ser de varios miles de personas corrió para ponerse a salvo y reapareció más tarde con Guaidó en una plaza a varias manzanas de distancia. Un grupo más pequeño de jóvenes enmascarados se quedó sobre el puente, arrojando piedras y bombas incendiarias hacia la base aérea y prendiendo fuego un autobús del gobierno.
En medio del caos, varios vehículos armados se dirigieron a gran velocidad hacia la multitud. Dos manifestantes, tendidos sobre el piso con la cabeza y las piernas ensangrentadas, fueron sacados del lugar en motocicletas.
El director de un centro médico próximo señaló que los médicos estaban atendiendo a más de 50 personas, de las cuales la mitad presentaban heridas provocadas por balas de goma. Al menos una persona recibió disparos de arma de fuego. El grupo de derechos humanos venezolano Provea reportó que un hombre de 24 años fue muerto durante una protesta en la ciudad de La Victoria.
Más tarde el martes, López y su familia buscaron refugio en la residencia del embajador de Chile y luego se trasladaron a la embajada de España. Además, otros 25 soldados que estaban con Guaidó habrían huido a la delegación diplomática de Brasil, según reportes.
En medio de los disturbios, los comandantes del ejército leales a Maduro aparecieron en la televisora estatal proclamando su lealtad al líder socialista. Flanqueado por generales, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, calificó la maniobra de Guaidó de acto «terrorista» e «intento de golpe de Estado».
Pero en un posible indicio de escisiones en el círculo más cercano a Maduro, el exjefe de la policía secreta escribió una carta en la que se distanció del socialista.
En su misiva al pueblo venezolano, Manuel Ricardo Cristopher Figuera, máximo responsable del temido Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), dijo que siempre había sido leal a Maduro pero que ahora era tiempo de “reconstruir el país”. La corrupción está tan extendida que «muchos servidores públicos de alto nivel (la) practican como deporte», agregó. «Llegó la hora de buscar otras formas de hacer política», escribió Figuera.
La autenticidad del texto fue confirmada por un alto cargo estadounidense, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a divulgar detalles.
La difusión de la misiva coincidió con el anuncio de Maduro de la designación del mayor general Gustavo González López como nuevo jefe del SEBIN, cargo que había ocupado Figuera hasta octubre, cuando fue reemplazado sin explicaciones.
Al condenar el nombramiento de González López, Provea afirmó que representa un “alto riesgo para los derechos humanos” y dijo en su cuenta de Twitter que el oficial tiene un “amplio prontuario de violaciones” por acciones policiales en algunas barriadas pobres en las se denunciaron ejecuciones extrajudiciales y por su presunta responsabilidad en la muerte de un concejal opositor que según las autoridades se suicidó en octubre tras ser detenido en la sede del SEBIN.
Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, afirmó que Maduro tuvo el martes en la mañana un avión “en la pista” y que estaba dispuesto a huir, pero fue disuadido por «los rusos». Maduro ridiculizó esa afirmación: “señor Pompeo, qué falta de seriedad”.
Guaidó dijo que llamó a la insurrección para restaurar un orden constitucional que se quebró cuando Maduro asumió a principios de año un segundo mandato tras comicios boicoteados por la oposición y considerados ilegítimos por docenas de países.
A medida que se desarrollaban los acontecimientos, los gobiernos de todo el mundo expresaron su respaldo a Guaidó y reiteraron sus llamados a evitar una confrontación violenta.
Por ahora Maduro se ha negado a detener a Guaidó pero dijo que el procurador general nombró a tres funcionarios para investigar el alzamiento y prometió que “habrá acusaciones penales”.