Varios devotos católicos fueron clavados a cruces de madera en un sangriento ritual de Viernes Santo en Filipinas y otros se autoflagelaron o participaron en recreaciones de lo que según la religión sufrió Jesús.
Cuatro hombres y una mujer, algunos de ellos con coronas de espinas, fueron escoltados por aldeanos vestidos como centuriones romanos antes de ser crucificados en las cruces colocadas sobre una polvorienta colina del pueblo San Pedro Cutud.
Se llevaron a cabo representaciones similares en los cercanos pueblos agrícolas del norte de Filipinas.
Miles de personas, entre ellos turistas, observaron el que ya se ha vuelto un espectáculo anual. La Iglesia católica no lo ve con buenos ojos estas conmemoraciones y ha pedido a los feligreses que, en su lugar, celebren la Cuaresma con oraciones y obras benéficas.
“Somos de Polonia, así que es un país católico, pero ahí no hay nada así. Es mucho más pacífico y silencioso”, dijo la turista Magdalena Tyburcy.
Previo a las crucifixiones, decenas de penitentes descalzos azotaron sus espaldas desnudas con varas filosas de bambú y madera. Algunos tenían cortes de navajas en la espalda para que se mantuvieran sangrando.
Para las crucifixiones rituales se utilizaron clavos esterilizados. Los devotos fueron bajados de las cruces después y fueron revisados por médicos para asegurarse de que no haya complicaciones por las lesiones causadas.
Para el pintor Ruben Enaje, de 59 años, fue la 33ra vez que es clavado en la cruz. Dijo que lo hace como parte de su agradecimiento por sobrevivir a una caída de un edificio y que esta será su última crucifixión.
“El año próximo ya seré adulto mayor. Nuestros huesos son un poco diferentes, empiezas a lastimarte. Simplemente pasaré (esta tradición) a alguien más joven que yo”, dijo.
Filipinas es el país asiático con más católicos.