Rompiendo una tradición diplomática, este lunes el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, visitó el Muro de los Lamentos junto al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
Los mandatarios extranjeros evitaron por décadas aparecer junto al un primer ministro israelí para no posicionarse respecto a la soberanía de Jerusalén, ciudad reclamada tanto por Palestina como por Israel.
El gesto de Bolsonaro se suma a su decisión de abrir una oficina de comercio e innovación en Jerusalén, y se posiciona como un gesto de apoyo a la campaña para la reelección de Netanyahu.
Se espera que el presidente brasileño decida si sigue el ejemplo de su homólogo estadounidense Donald Trump y traslade la embajada de Brasil de Tel Aviv a Jerusalén, algo que ha prometido varias veces.
Los palestinos reclaman Jerusalén oriental, que Israel capturó en la guerra de 1967, como la capital de un futuro Estado. Israel reclama toda Jerusalén como su capital, incluido el sector oriental.
Brasil, al igual que otros países latinoamericanos, por mucho tiempo ha estado de lado de los palestinos en Naciones Unidas y otros organizaciones mundiales. Pero Bolsonaro ha hallado una afinidad con el gobierno de derecha de Netanyahu. Su apoyo a Israel es algo que muy probablemente deleite a su base evangélica.
Justo después de su llegada, Bolsonaro inició su discurso con la frase “Amo a Israel” en hebreo. “Mi gobierno está firmemente decidido a fortalecer la asociación entre Brasil e Israel”, indicó el mandatario brasileño el domingo.