Este martes el Brexit de Theresa May fue rechazado en el Parlamento británico con una oposición frontal de 432 votos contra 202 a favor, propiciado por la fuga de 118 diputados conservadores.
Sin contemplaciones la Cámara de los Comunes derrotó sin contemplaciones el acuerdo de May, la cual está obligada a presentar en tres días hábiles un plan B.
La decisión pone en cuestión el calendario del Brexit, que prevé completar la salida el 29 de marzo de este año.
Por su parte Bruselas, que estudia las fórmulas políticas y jurídicas necesarias para acordar un posible retraso del Brexit, podría prorrogar el período de negociación para la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE)
Tras la derrota del Brexit, el jefe de la oposición británica, el laborista Jeremy Corbyn, ha presentado una moción de censura contra el gobierno, que será debatida este miércoles.
Corbyn ha hecho una dura crítica al Gobierno de May. Este pide al Gobierno aceptar que el Reino Unido permanecerá en la unión aduanera para siempre, que un Brexit sin opción de compra no es una opción y que los derechos de los ciudadanos de la UE serán aceptados.
Después de la fulminante votación en contra, Theresa May queda en una situación de extrema fragilidad. De poco sirvió su llamada a la responsabilidad de los diputados «en el voto más importante de nuestras vida», ni su apelación al «deber de cumplir el resultado del referéndum».
Al presentarse este escenario la opción de mayor riesgo es que Reino Unido continúe con el calendario previsto y se retire de la UE este 29 de marzo sin haber alcanzado un acuerdo de salida.
Los británicos verían sus consecuencias en muchos aspectos de su vida diaria. Por ejemplo, en el abastecimiento y precio de los alimentos procedentes de la UE, que empezarían a pasar controles aduaneros y a someterse a impuestos.