Un verdadero escándalo sacudió a Harvard, una de las mejores universidades del mundo. Bajo la sospecha de falsificación, el centro educativo retiró al menos 31 estudios del cardiólogo Piero Anversa, un especialista reconocido internacionalmente.
De acuerdo a la información del diario The New York Times, el médico hizo una investigación en la que sugirió que el músculo cardíaco podría regenerarse con células madre. El trabajo llevó a la formación de nuevas empresas cuya función fue desarrollar nuevos tratamientos para prevenir ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Además inspiró un ensayo clínico financiado por los Institutos Nacionales de la Salud.
El especialista en Cardiología demostraba la supuesta efectividad del uso de células madre para detener ciertas enfermedades del corazón. La expectativa con el supuesto descubrimiento fue tan grande que se crearon decenas de compañías para desarrollar tratamientos con células madre. Él mismo recibió un financiamiento millonario para continuar con sus avances.
Ahora las investigaciones del periódico norteamericano revelan que en 31 estudios académicos realizados por este cardiólogo existían datos falsificados o directamente inventados.
La sospecha de la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital Brigham and Women’s es que Anversa fraguó datos de sus trabajos para lograr determinadas conclusiones que, a partir de 2013, le permitieron tener fondos disponibles para continuar con sus investigaciones.
La fama del cardiólogo se dio en 2001 cuando su paper sobre el músculo cardíaco llegó a los principales titulares. Decía que el corazón podía regenerarse a través de la extracción de células madre de la médula ósea que debían ser inyectadas.
Sin embargo, las sospechas comenzaron a crecer cuando todos los científicos que intentaban reproducir sus técnicas fracasaban. Ninguno podía hallar indicios de que las células inyectadas se mimetizaran y repararan el daño.
La trampa empezó a develarse en 2014. La revista Circulation tuvo que retirar un trabajo publicado por Anversa luego de que sus coautores le escribieran una nota asegurando que los datos que figuraban allí no eran los que habían producido ellos en la elaboración del estudio.
“Un par de trabajos sería alarmante, pero 31 estudios puestos en cuestión es algo casi inaudito”, dijo Benoit Bruneau, director asociado de investigación cardiovascular en los Institutos Gladstone, consultado por The New York Times. “Es la totalidad del cuerpo de trabajo de un laboratorio y, por ende, casi todo un campo de investigación que se pone en duda”.