Este domingo se vivió la primera vuelta electoral en Brasil, pero lo que parecía una jornada normal de votación, se convirtió en un campo de batalla en una pequeña aldea del país amazónico.
Todo ocurrió en el centro-oeste de Brasil, en una aldea ubicada en el municipio de Brasnorte, a unos 580 kilómetros de Cuibá, capital del estado de Mato Grosso. Para hacerse una idea, en aquel lugar votan unas 70 personas.
El juez del Tribunal Regional Electoral de aquella zona, Lidio Modesto, informó a los medios que un grupo no menor de indígenas recibió “al Ejército con flechas”.
Según trascendió, los nativos habrían repelido a los uniformados porque no querían que las urnas fueran ubicadas en su aldea, tal como indican las modificaciones del mapa electoral. Más bien, “ellos querían votar en la ciudad”, explicó Modesto en el boletín oficial.
Para solucionar esta curiosa situación fue necesaria la mediación de la Fundación Nacional del Indio (Funai) de Brasil.
“Estamos cansados de ser invisibles. Cansados de que otros hablen por nosotros. Queremos tener una voz propia”, dijo días antes Airy Gaviao, candidata indígena a la legislatura local en la capital Brasilia a la agencia de noticias AP.
Al menos 120 candidatos indígenas participaron en las elecciones de este domingo, buscando cargos a nivel estatal y nacional, lo que representó un aumento del 60 por ciento en relación a los nativos que se postularon en los comicios de 2014.
Ahora, lo que queda es esperar que los 147 millones de brasileños que componen el padrón electoral vayan a votar en la segunda vuelta programada para el próximo 28 de octubre, en donde Jair Bolsonaro y Fernando Haddad disputarán la presidencia del quinto país más grande del mundo.