81 caracteres fueron los suficientes para desatar un operativo del OS9 de Carabineros por amenazas de muerte. El pasado 16 de agosto, Nicolás González, estudiante de quinto año de derecho en la Universidad Diego Portales selló su salto a la palestra pública cuando publicó en Twitter lo que, según él, había soñado la noche anterior.»Soñé que era del Mir y me joteaba a Cecilia Pérez para poner una bomba en su casa», decía la frase.
Eso terminó en la mesa del OS9 de Carabineros, que a los pocos días tocó la puerta de González para notificarle de su investigación por presuntas amenazas de muerte contra la autoridad de Gobierno. Aquí las voces se contradicen, ya que El Mercurio informó que, por medio de una cuenta de Instagram de una amiga, la fuerza de orden público llegó al domicilio y el joven de 23 años quedó detenido.
Sin embargo, el mismo estudiante señaló el 27 de agosto que, pese a las versiones que circulaban, él jamás fue detenido. De hecho, señaló que “lo que pasó fue el apercibimiento, tomar mis datos y a qué Fiscalía le compete. Dijo que iba a ser en la Fiscalía de La Florida”, afirmó González.
“No es aceptable. En nuestro país, que ninguna persona se vea amenazada, ni agredida, ni violentada, muchas veces por pensar distinto. Podemos tener discrepancias, pero no puede ser derrotado el argumento y avalado por ninguna circunstancia”, afirmó por su parte la secretaria de Estado.
El escenario generó debate, dividiendo entre los que sentían que la medida era una exageración por parte de la policía y el Gobierno, y quienes veían necesario poner un freno a las frases odiosas en redes sociales.
González explicó más tarde a Radio Futuro que Carabineros efectivamente había requisado su celular en la visita a su hogar, y que los propios funcionarios policiales encontraban al procedimiento “una ridiculez”.
«Obviamente es desafortunado, no voy a negar que esta no es una gran broma. Pero la verdad es que no estoy arrepentido legalmente de esto porque no es un delito de amenaza (…) Este problema es pequeñísimo y se han usado recursos de Carabineros de la noche a la mañana y de Fiscalía. Si esto llega una instancia de juicio, cualquier persona competente va a decir que aquí no ha habido ningún delito», complementó González.
Más antecedentes
En calidad de imputado por emitir amenazas de muerte, lo que algunos han etiquetado como fuerza desmedida por parte del Gobierno, a González aún no le llega una citación formal a declarar en la Fiscalía de La Florida. Eso sí, y pese a catalogarlo como una «mala broma», este tipo de tuits dirigidos al oficialismo y La Moneda fueron episodios más que recurrentes en la cuenta de González.
@Nortinaswar, como se hace llamar en Twitter, tiene varias publicaciones del mismo tono del tuit a Pérez. El 11 de diciembre pasado, por lo demás, su blanco fue el propio Presidente Sebastián Piñera, figura que aprovechó para hacer una analogía con el atentado a Jaime Guzmán.
El mismo 11 de septiembre, una segunda publicación seguía la misma línea y el mismo blanco.
El 21 de marzo de este año, por su parte, los caracteres de González iban dirigidos al ex UDI y candidato presidencial José Antonio Kast, a propósito de la funa que recibió en Iquique cuando intentó presentarse en una casa de estudios y varios estudiantes lo obligaron a salir.
¿Prueba suficiente?
La pregunta fundamental en este caso surge de cuán meritorio es un tuit para constituir una amenaza de muerte. “No se debe desestimar ningún tipo de comentario. En este caso se detectó, al menos, la afirmación y la intención de amenazar contra la vida de la ministra secretaria general de Gobierno“, sostuvo el general Jorge Valenzuela, consultado por El Mercurio.
El artículo 296 del Código Penal consigna las amenazas de muerte como constituyentes de delito, e incluso estipula la pena de presidio menor en su grado máximo como castigo. Sin embargo, el párrafo expresa que se castigará «siempre que por los antecedentes aparezca verosímil la consumación del hecho». Eso es precisamente a lo que apela la defensa de González, por cuanto una publicación en una red social no constituyen una intención manifiesta de atentar contra alguien.