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Maletines con millones de dólares, una persecución y curiosas confesiones: los nuevos detalles en la trama del “Lava Jato” argentino

En tanto, el chofer que llevó los registros de 10 años de sobornos confesó que quemó todos los cuadernos en su parrilla.

«Por favor, guardame esto». Así es como Jorge Bacigalupo, un ex policía y colectivero argentino, detalló ayer haber recibido los 8 cuadernos que escribió a mano el chofer Oscar Centeno y que hoy son la base de una de las mayores tramas de corrupción de las últimas décadas en Argentina.

En esos escritos, Centeno escribió con lujo de detalles el recorrido del pago de coimas durante la era del kirchnerismo, época en que fue chofer de Roberto Baratta, mano derecha del ex ministro argentino Julio De Vido.

En una entrevista para La Nación de Argentina, Bacigalupo detalló la época en que Centeno, asediado por la extorsión de su esposa,  confió en él para que guardara los cuadernos. Hoy, los antecedentes escritos allí son la base con que 16 empresarios y ex funcionarios de la época de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, están detenidos por los delitos de coimas y receptación.

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Nuevos detalles

El mismo medio, además, publicó una nota con el detalle página por página de los cadernos, y que entregan nuevos detalles de cómo empresarios hacían llegar dinero a los Kirchner al más puro estilo de la mafia italiana.

Centeno relata uno de los episodios así: «Del ministerio lo llevé al licenciado Baratta y al ingeniero Ezequiel García a Azucena Villaflor y Aimé Painé, en el lugar nos esperaba una persona que nos pregunta si veníamos por Goycoechea y el licenciado le dice que sí. Esta persona nos dice que bajemos al segundo subsuelo, que nos esperaban. Estaba otra persona al lado de un Passat gris claro. Nos dicen que pongamos el auto nuestro a la par del otro. En el lugar dice García que bajaba él a recibir el bolso con el dinero porque había cámaras. Luego se vuelve a subir con el bolso que tenía 1.300.000 dólares”.

En ese testimonio, precisamente, se meciona al empresario Juan Carlos de Goycoechea, ex-CEO de la constructora Isolux que confesó que le pagó al gobierno de Cristina Kirchner porque lo «apretaban» pidiéndole plata para campañas electorales. Eso sí, dijo que «los montos no son los que dicen.

La persecusión

Uno de los episodios más interesantes descritos en los cuadernos se dio el 27 de mayo de 2010. Allí, se dio una escena de película tras visitar la constructora española Isolux Corsán para buscar un soborno. Y Centeno lo contó así: «Salimos, pero antes nos previenen que a la derecha había un control de Prefectura y Baratta dice que no hay problemas porque ponemos el cartel oficial de circulación. El licenciado Baratta me dice que vayamos al encuentro de Hernán Gómez, que estaba con otro bolso de recaudación antigua, pero cuando llegamos a la altura de Retiro le digo al licenciado que nos están siguiendo en una Toyota Hilux y me dice que la pierda, que la deje atrás y acelero y me tiro a la derecha y me escapo”, escribió el chofer.

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Confesiones

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Otro ingrediente llamativo de la trama se dio en julio de 2010. Centeno llevó en su Toyota Corolla a Baratta para que se encontrara con Jorge Neyra, vicepresidente de Electroingeniería. En la reunión, según se lee en los cuadernos, les entregó una valija negra que el chofer calculó en 1.500.000 dólares. “Durante este viaje (Baratta) me decía irónicamente que quería dejar de hacer las recaudaciones. Yo le dije que mientras se lleve algo… Y me dice: ‘Oscarcito, yo puchereo, no más’. Le di a entender que yo siempre quedaba afuera y me dice: esto es así nomás, es que el Dr. Kirchner las quiere a todas para él”.

¿Y los cuadernos?

Ya no existirían, los habría quemado el propio Centeno en mayo de este año, todos juntos y sobre su parrilla. Así al menos lo confesó anoche ante el juez Claudio Bonadio. Esa versión, sin embargo, no fue la primera. Tal como relata la prensa argentina, en un principio Centeno dijo tenerlos en su poder, luego señaló que estaban en la casa de su esposa, para finalmente rectificar diciendo que los había quemado. En parte, esa decisión la habría tomado porque, al recuperar los cuadernos de manos de Jorge Bacigalupo, se habría molestado al notar que la caja había sido abierta.

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Y ya estaba hecho, en la época que los escritos estuvieron en poder de Bacigalupo, éste los filtró al medio La Nación porque, según él «estaría arrepentido si no hubiera hecho lo que hice».

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