“Siempre había tenido interés por hacer pan. Un día vi un aviso por Facebook, empecé a averiguar y llegué a las clases que estaban ofreciendo”. Así fue como Sebastián Saavedra (30), licenciado en nutrición y dietética, tuvo su primer acercamiento con el oficio del panadero.
“El campo en la nutrición no andaba muy bien, por lo que me había desmotivado un poco”, cuenta. Fue en ese momento cuando vio que una escuela estaba enseñando a ser panadero profesional.
A las pocas semanas, Saavedra se dio cuenta que podía mezclar sus conocimientos en nutrición con las técnicas que estaba aprendiendo. “Empecé a hacer pan a base de masa madre y con un proceso de larga fermentación. Estaba aplicando todo lo que sabía de mi carrera en la cocina”, explica. Su objetivo a corto plazo no fue tan difícil de encontrar: lograr crear un pan más saludable sin perder el sabor.
Fue con esta nueva experiencia que se lanzó con su propia pyme. “De ahí formé un pequeño emprendimiento. Hacía pan y lo vendía a familiares y amigos. Después el boca a boca hizo que la cosa creciera, y ahora vendo mi pan por redes sociales a un montón de gente”, cuenta Sebastián, cuya pyme “Panadería Pandelicia” le ha dejado montos más que suficientes para costear sus estudios de cocina. “Hasta ahora me he hecho mis buenas lucas y lo complemento súper bien con mis estudios. Me he podido mantener, comprar hornos y hasta dar uno que otro gustito”, dice Saavedra entre risas.
Aprender el oficio
Según explica la vocera de la escuela Artebianca, Carola Gómez, la escuela nació hace un año con la intención “de profesionalizar el rubro de la panadería. En otros países el panadero tiene un valor agregado, es mirado como cualquier otra carrera, no así aquí en Chile. Y nosotros queremos cambiar eso”, explica.
Los estudios constan de cinco meses de clases, divididas en teóricas y prácticas, más un mes de práctica profesional que, incluso, puede ser realizada en el extranjero. “La escuela gestiona todo, el estudiante sólo debe contar con los fondos para financiar el viaje y la estadía”, agrega Gómez.
Saavedra, en tanto, viajará en los próximos meses a Barcelona para realizar su pasantía en la prestigiosa panadería Turris, del cocinero Xavier Barriga.
“Es como si estudiaras informática y de repente te mandaran a Sillicon Valley. Es algo demasiado motivante”, cuenta el cocinero de 30 años, quien espera postular a fondos del Estado una vez que regrese para poder establecer, ya de manera más formal, su propio negocio.