Popularmente se piensa que cuando una mujer se casa con un príncipe sí o sí tendrá un final feliz de cuento de hadas, pero la historia en la vida real no siempre es como la pintan.
Intentos de escape, depresión, infidelidades, estrés y un triste matrimonio son parte de las historias de las princesas Diana de Gales, Charlene de Mónaco, la princesa Masako de Japón y Sarah Ferguson, que revisamos a un día de la boda de Meghan Markle y el príncipe Harry de Inglaterra.
La princesa del pueblo
Diana Spencer, popularmente conocida como la princesa del pueblo, tiene una de las historias más reconocidas y tristes de la realeza británica. Desde su tortuosa relación con el príncipe Carlos hasta su muerte. La relación extramarital que tuvo su ex esposo con su actual mujer Camilla acabó con su matrimonio y marcó toda su historia y a la corona inglesa.
La “princesa triste” de Japón
La princesa Masako de Japón tiene una limitada vida pública debido a la depresión por estrés que sufre desde 2003, enfermedad de la que algunos responsabilizan a los rígidos protocolos de la dinastía japonesa y a las fuertes presiones que sufrió para lograr dar a luz a un hijo varón que continuara con la familia imperial.
La princesa fugitiva
La princesa Charlene de Mónaco sufría el peso de la corona mucho antes de ser princesa. Según informa Vanity Fair días antes de la boda Charlene había intentado huir tres veces luego de enterarse que su futuro esposo Alberto de Mónaco había tenido un hijo con una amante durante el noviazgo de cinco años. Finalmente le quitaron su pasaporte , se casó, pero según cuentan los invitados, con una lágrima en la cara.
La “Fergie” de York
Concuñada de Diana, Sarah Ferguson se casó con el píncipe Andrés, tercer hijo de la reina Isabel II. La duquesa de York nunca se adaptó a la vida real y siempre fue criticada por su carencia de modales y protocolo. Su relación con Andrés terminó en divorcio luego de que ambos fueran captados por la prensa rosa siendo infieles mutuamente.
