El gobierno belga resolvió distribuir pastillas de yodo a toda la población del país, como una medida de seguridad nuclear. El plan de seguridad nuclear puesto en marcha por el Gobierno incluye a partir de hoy la disponibilidad gratuita en farmacias de pastillas de yodo en un radio de 100 kilómetros en torno a cada central.
Las pastillas estarán disponibles para toda la población, pero su ingesta está recomendada sólo para grupos de riesgo como niños, mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, o profesores de escuelas y guarderías, informó la agencia de noticias local «Belga»
Estas tabletas sirven para reducir el daño que la radiación causa en el cuerpo después de un accidente nuclear, según explica James Gallagher, editor de Salud de BBC News. Según las autoridades médicas, las pastillas previenen el cáncer de tiroides en caso de fuga radiactiva, y son especialmente necesarias para menores y mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.
En caso de un desastre nuclear, las tabletas de yodo pueden ayudar a aliviar los efectos del yodo-131, que es uno de los elementos radiactivos más dañinos que pueden ser liberados, a pesar de tener una vida media de tan solo ocho días. El yodo-131 causó alrededor de 5.000 muertes por cáncer de tiroides después del desastre nuclear de Chernóbil en 1986.
Las centrales nucleares belgas han estado en el punto de mira tras los problemas de seguridad registrados en Tihange, planta que permaneció cerrada 21 meses por este motivo hasta su reapertura en diciembre de 2015.
Posible objetivo terrorista
Pero también porque después de los atentados terroristas del 22 de marzo de 2016 en Bruselas se temió que estas hubiesen sido el objetivo inicial de los perpetradores, un extremo desmentido finalmente por las autoridades.
El día de los atentados ambas centrales fueron evacuadas y dos días después, el 24 de marzo, se supo que un hombre que trabajaba como agente de seguridad de Tihange fue asesinado y su pase de entrada robado.
Dos días más tarde, las autoridades belgas retiraron los pases de entrada a la central nuclear de Tihange a varias personas y redujeron provisionalmente la plantilla, además de reforzar el dispositivo de seguridad con guardias privados, policías locales y federales y militares.