Ayer fue una mala noche para el trumpismo, gracias a la victoria demócrata en las elecciones a la alcaldía de Nueva York y en la carrera a gobernador en los Estados clave de Nueva Jersey y Virginia, lo que sirvió para enviar una primera señal al presidente Donald Trump, un precedente para la batalla de 2018.
El alcalde demócrata de Nueva York Bill de Blasio obtuvo una fácil reelección este martes en la capital financiera estadounidense e inmediatamente prometió combatir a Donald Trump.
De Blasio, que durante toda la campaña se mostró como defensor de los neoyorquinos ante el presidente estadounidense, superó ampliamente con 66,1% de los votos a su rival republicana Nicole Malliotakis, que sumó el 28,1% de los sufragios tras el escrutinio del 97% de los centros de votación, según los medios locales.
Pese a una escasa participación, el alcalde saliente, un ítalo-estadounidense de 56 años, estimó que el ser reelecto por los neoyorquinos «envía un mensaje a la Casa Blanca», a un año exactamente de la elección de Donald Trump.
«Si usted se vuelve contra los valores de su ciudad natal, su ciudad resistirá», dijo De Blasio dirigiéndose al presidente, nativo de Nueva York, bajo los aplausos de sus seguidores reunidos en el Brooklyn Museum.
«Vamos a defender el sistema de salud», precisó el alcalde demócrata, en alusión a los esfuerzos de Trump por desmantelar el denominado Obamacare. «Vamos a defender a los inmigrantes (…) ¡Cuando los inmigrantes son atacados, somos todos nosotros los atacados»!.
En Nueva Jersey, feudo de Chris Christie, uno de los principales asesores de Trump en su campaña presidencial, el candidato demócrata, Philip Murphy, arrebató la gobernación a los republicanos.
Christie es gobernador desde 2010, pero esta vez no se presentó porque no podía optar a un tercer mandato, así que Murphy se batió con la hasta ahora vicegobernadora del estado, Kim Guadagno.
Con el 71 % escrutado, Murphy obtuvo el 55,6 % de los votos, mientras que Guadagno logró el 42,5 %.
En Virginia, los demócratas mantuvieron la gobernación gracias a la victoria de su candidato, Ralph Northam, frente al republicano, Ed Gillespie.
Con el escrutinio casi completo (99 %), Northam obtuvo un 53,6 % de los votos por un 45,2 % de Gillespie, que se había alejado de Trump para mostrar un perfil moderado en un estado en el que los demócratas se han ido fortaleciendo en las últimas décadas.
Pese a ese distanciamiento, Gillespie protagonizó una campaña marcada por el rechazo a la inmigración ilegal.
A través de Twitter, Trump, que estaba en Corea del Sur, reaccionó a la derrota de Gillespie: «Ed Gillespie trabajó duro pero no me abrazó a mi ni lo que yo defiendo».
Pese a las derrota en Virginia y Nueva Jersey, Trump aseguró que los republicanos «seguirán ganando, incluso más que antes».
Estas elecciones se celebraron en la víspera del primer aniversario de la inesperada victoria de Trump en las elecciones a la Casa Blanca y se consideraban un termómetro de su gestión.
Los demócratas se habían volcado en mantener Virginia y recuperar Nueva Jersey, con el ex presidente Barack Obama (2009-2017) y otros pesos pesados del partido participando en las campañas de Northam y Murphy.
Pese a la pérdida de Nueva Jersey, los republicanos siguen con un poder territorial nunca antes visto con 33 de las 50 gobernaciones, mientras que los demócratas tienen 16 y Alaska la gobierna un independiente.
Junto a las contiendas por las gobernaciones de Virginia y Nueva Jersey, hoy destacaban las elecciones locales en Nueva York, en las que se impuso el actual alcalde, Bill de Blasio, con un 64,5 %, frente al 29,7 % de su rival republicana, Nicole Malliotakis.