El presidente estadounidense, Donald Trump, descartó el lunes cualquier retirada de Afganistán, dejando la puerta abierta al envío de más tropas, y reprendió con fuerza a Pakistán por ser «un refugio» de extremistas.
Los talibanes reaccionaron rápidamente al anuncio y prometieron un «nuevo cementerio» a los estadounidenses si estos se empeñaban en permanecer en el país.
«Mientras quede un solo soldado estadounidense en nuestra tierra, y sigan imponiéndonos la guerra, continuaremos con nuestra yihad», amenazaron. Además, reivindicaron el lanzamiento de un cohete que apuntó a la embajada estadounidense en Kabul el lunes.
Expresándose de manera solemne en un discurso de unos veinte minutos, Trump recalcó su convicción de que una retirada precipitada de Afganistán crearía un vacío que beneficiaría a los «terroristas», tanto de Al Qaida como del grupo Estado Islámico.
No aportó ninguna cifra sobre las tropas ni ninguna fecha, juzgando que esto podría ser «contraproducente».
Dieciséis años después del inicio de una gran ofensiva para sacar al régimen talibán del poder en Kabul –y que se ha convertido en la guerra más larga de la historia estadounidense–, la frágil democracia afgana está amenazada por una insurrección desestabilizadora.
«Mi instinto era retirarnos y generalmente suelo seguir mi instinto», reconoció el mandatario desde la base militar de Fort Myer, cerca de Washington. «Pero las decisiones son muy diferentes cuando uno está en el despacho oval», subrayó.
Antes de llegar a la Casa Blanca, Donald Trump había mostrado en varias ocasiones su inclinación por una retirada de las tropas de ese país.
Fuentes de la Casa Blanca señalan que Trump ha autorizado al Pentágono a desplegar a 3.900 tropas más.
Aunque el alza no es espectacular -Estados Unidos llegó a tener hasta 100.000 soldados-, supone un cambio de tendencia con respecto a los últimos años.
El secretario estadounidense de Defensa, Jim Mattis, dijo que consultará al secretario general de la OTAN y a los aliados, y aseguró que varios de ellos se habían comprometido a aumentar el número de soldados desplegados.
En una primera reacción, el secretario general de la OTAN, Jens Stolenberg, se congratuló por la medida del presidente estadounidense y afirmó que la Alianza Atlántica no dejará que Afganistán se convierta en un «refugio para terroristas».
Actualmente hay unos 8.400 soldados estadounidenses desplegados en la zona, como parte de una fuerza internacional de 13.500 tropas.
‘No es un cheque en blanco’
La estrategia de Trump en el sur de Asia también pasa por recomponer la relación con Pakistán, un aliado histórico que comparte una frontera clave con Afganistán y a quien el mandatario estadounidense reprendió con fuerza.
«Pakistán tiene mucho que ganar si colabora con nuestros esfuerzos en Afganistán. (Pero) tiene mucho que perder si sigue acogiendo a criminales y terroristas», advirtió.
«Esto tiene que cambiar y cambiará inmediatamente», reclamó.
De momento, Islamabad no reaccionó a estas declaraciones. Pero el lunes, el ejército paquistaní recordó que Pakistán no albergaba «ninguna estructura organizada de ningún grupo terrorista».
El Pentágono suspendió en julio 50 millones de dólares de ayuda militar, al considerar que Islamabad no está lo suficientemente comprometido para desbaratar la red Haqqani, aliada de los talibanes, instalada a lo largo de la frontera afgano-paquistaní y a la que se atribuye desde hace tiempo estar vinculada al ISI, los servicios secretos paquistaníes.
Pero Trump también lanzó una dura advertencia a Kabul.
«Nuestro compromiso no es ilimitado, no es un cheque en blanco», avisó.»El pueblo estadounidense espera ver reformas y resultados reales».
El presidente afgano, Ashraf Ghani, reaccionó y aplaudió el anuncio de Trump, que refleja, según él, el «compromiso duradero» de Washington en Afganistán.
¿Diálogo con los talibanes?
Donald Trump también se dijo abierto a un diálogo político con los extremistas. «Algún día, después de un esfuerzo militar efectivo, tal vez será posible tener un acuerdo político que incluya a miembros talibanes en Afganistán», señaló. «Pero nadie sabe si o cuándo ocurrirá eso».
Su secretario de Estado, Rex Tillerson, corroboró que Estados Unidos está dispuesto a respaldar «sin precondiciones» negociaciones de paz entre el gobierno y los talibanes.
Estos últimos no hicieron ningún comentario al respecto.
Cerca de 2.400 soldados estadounidenses han muerto en Afganistán desde 2001, y más de 20.000 han resultado heridos. En 16 años, Estados Unidos ha dedicado más de 110.000 millones de dólares a ayudas a la reconstrucción.