Más de un millar de personas se reunieron a los pies del Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, para escuchar de cerca los últimos tañidos de las campanas antes de que la famosa torre y el reloj se sometan a un tratamiento de rejuvenecimiento de 29 millones de libras (31,7 millones de euros; unos 37 millones de dólares).
«Desde donde vivo, puedo verlo, he vivido toda mi vida cerca de él. Perdemos una parte de Londres. ¡Tengo 72 años y me da miedo que ésta sea la última vez que lo escucho! […] Fue muy emotivo», reconoció a la AFP Denise Wiand, residente al otro lado del Támesis.
«La muchedumbre escuchaba con mucha atención […] Es casi un momento histórico», declaró Thomas Moser, turista alemán de 54 años.
El Big Ben es estrictamente la campana del gran reloj, pero popularmente da nombre al conjunto de la torre victoriana, de 96 metros de altura y construida en 1856, y su reloj.
La campana pesa 13,7 toneladas, señala cada hora y está rodeada de otras cuatro más pequeñas que marcan los cuartos de hora.
Para los trabajos de renovación, la campana se desconectará y su «dong» dejará de marcar las horas como ha hecho en los últimos 158 años casi sin excepción.
El reloj seguirá funcionando gracias a un mecanismo eléctrico de sustitución, y al menos una de sus cuatro esferas permanecerá visible al público.
– ¿Un Brexit sin Big Ben? –
Muchos parlamentarios y hasta la primera ministra británica expresaron su indignación ante la perspectiva de no volver a escuchar las campanas del Big Ben hasta 2021, salvo para ocasiones especiales, como Año Nuevo.
La BBC usa las campanadas del reloj más famoso del mundo para marcar el inicio de sus informativos y la torre atrae a millones de turistas cada año.
Para el ministro del Brexit, David Davis, es una medida «demente», y una obra «completamente loca» para el diputado conservador James Gray.
El motivo para silenciar el carrillón durante las obras es proteger del ruido ensordecedor (de 118 decibelios) a los trabajadores.
«Díganles a esos pobres chiquillos que se pongan audífonos», dijo en la prensa el diputado conservador Nicholas Soames, nieto de Winston Churchill.
La primera ministra, Theresa May, llegó a intervenir en la polémica, al considerar el miércoles que «no está bien que el Big Ben calle durante cuatro años» y pidiendo que se revise «urgentemente» el calendario de las obras.
Para los partidarios del Brexit, sería inconcebible que el Big Ben no marque la salida de Reino Unido de la Unión Europea, el 29 de marzo de 2019.
«Sería muy raro que ese día a medianoche no suene la campana, muy raro. Es el corazón de nuestra nación», dijo el diputado conservador Peter Bone en el Daily Mail.
– ¿Marcha atrás? –
Ante estas reacciones, el Parlamento anunció en un comunicado que podría dar marcha atrás, a pesar de que la renovación se aprobó en 2015. Varios diputados alegaron que no se había precisado la duración de las obras.
«A la luz de las inquietudes expresadas por un número de diputados, la Comisión de la Cámara de los Comunes considerará la duración del periodo de silencio de las campanas» al término de las vacaciones parlamentarias, afirmó la cámara baja en un comunicado.
Los «dong, dong» del Big Ben «son parte integral de la vida parlamentaria y nos aseguraremos de que puedan retomar su función de guardián del tiempo de la nación tan pronto como sea posible», añadió.
Según un sondeo de YouGov, 44% de los británicos prefieren que el Big Ben quede en silencio durante los trabajos, salvo en ocasiones especiales, a que se busque una solución que permita mantenerlo en activo.