Nicolás Maduro, el heredero
Nicolás Maduro, de 54 años, convocó la Constituyente entre masivas protestas que exigen su salida del poder, y dejan 106 muertos desde el 1 de abril.
«El juego se trancó y me jugué la carta mayor», justificó el mandatario, a quien Hugo Chávez ungió como heredero tres meses antes de morir en marzo de 2013.
El ex canciller y ex vicepresidente sería elegido presidente en abril de ese año, por encima del poderoso Diosdado Cabello, capitán del ejército, quien sin embargo tiene enorme peso en su gobierno, con gran influencia en los militares.
Antiguo conductor de autobús, Maduro espera mantenerse al volante del país, pese a la creciente presión interna y externa, prometiendo que la Constituyente traerá «paz» y prosperidad.
Vladimir Padrino, las armas
El general Vladimir Padrino, de 54 años, es ministro de Defensa e influyente hombre en la Fuerza Armada. Asegura que los militares garantizarán las elecciones de la Constituyente.
La oposición exige a la Fuerza Armada que retire su apoyo a una Constituyente rechazada por 70% de los venezolanos, según Datanálisis.
No obstante, Padrino López, a la cabeza de una institución castrense con amplio poder económico y político, sigue expresando «lealtad incondicional» a Maduro.
Maikel Moreno, la chispa
Las protestas estallaron tras polémicos fallos con los que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), presidido por Maikel Moreno, asumió temporalmente las funciones del Parlamento.
Ex agente de inteligencia de 50 años condenado por homicidio en 1989, Moreno ha sido protagonista en la lucha de poderes entre el el Gobierno y el Legislativo desde que la oposición asumió la mayoría parlamentaria en enero de 2016.
El último episodio del choque fue la designación por parte del Congreso de 33 magistrados de una corte suprema paralela, de los cuales tres han sido arrestados, bajo cargos de «traición a la patria».
La corte desestimó varios recursos contra la Constituyente.
Tibisay Lucena, el voto
Incluida en el último paquete de sanciones de Estados Unidos contra funcionarios venezolanos, lo que consideró «un honor», Tibisay Lucena, de 58 años, encabeza el Consejo Nacional Electoral (CNE) desde 2006.
Acusado por la oposición de servir a Maduro, el CNE bloqueó el año pasado un proceso de referendo revocatorio contra el mandatario luego de trámites que se dilataron por meses y postergó las elecciones de gobernadores que debieron realizarse en 2016.
Las elecciones de la Constituyente, en contraste, se organizaron en apenas semanas, alegando «urgencia» por la escalada de violencia en las protestas. Lucena sostiene que las votaciones del domingo están blindadas.
Julio Borges, punta de lanza
A sus 47 años, Julio Borges asumió en enero la presidencia del Parlamento y viaja con frecuencia al exterior en busca de apoyo internacional.
Bajo su dirección, la Asamblea Nacional ha aprobado iniciativas contra Maduro -incluida una declaración de «abandono del cargo»-, pero el TSJ considera nulas todas las decisiones del Legislativo tras declararlo en «desacato».
Maduro, quien le llama «Cejota» por sus nutridas cejas, le acusa de una conspiración con respaldo de Washington y en varias ocasiones lo ha amenazado con cárcel.
Luisa Ortega, la rebelde
Confesa chavista, la fiscal general Luisa Ortega abrió una grieta en el oficialismo tras romper con Maduro.
Ortega, abogada de 59 años nombrada en el cargo en 2007 con aval de Chávez, denunció como un quiebre del «orden constitucional» las sentencias del TSJ que originaron las protestas.
Tildada de «traidora» por Maduro, intentó fallidos recursos judiciales para bloquear la Constituyente y enfrenta un proceso judicial que podría derivar en su destitución, por acusar a los 33 jueces de TSJ de parcializados e ilegítimos.
Leopoldo López, el regreso
La sentencia que le dejó en arresto domiciliario luego de tres años y cinco meses en prisión devolvió a Leopoldo López a la primera plana.
López, de 46 años y considerado el líder del ala más radical de la oposición, ha embestido contra la Constituyente y el miércoles pidió a los militares no ser «cómplices de la aniquilación de la República».
El dirigente, casado y con dos hijos pequeños, cumple condena de 13 años y nueve meses de prisión por «incitación a la violencia» en protestas que en 2014 dejaron 43 muertos.