Creyentes de todo el mundo se preparan para comenzar a celebrar uno de los principales hitos históricos y de fe: la Semana Santa. Lo que para nosotros puede ser una instancia de recogimiento y de introspección, en otros lugares del mundo la práctica del domingo de ramos o colgar un pequeño crucifijo en el cuello puede ser causa de muerte.
Según el Informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2016, unas 334 millones de personas en el mundo son perseguidos o sufren de discriminación por ser cristianos.
El estudio, que se realiza cada dos años por la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre, demuestra que de los 196 países analizados, 38 de ellos sufren graves violaciones contra la libertad humana, donde en 23 de estos, el Estado o grupos extremistas han iniciado, al menos, una campaña activa con el fin de matar, expulsar o someter a cristianos; cuyas víctimas son discriminadas, desposeídas e incluso asesinadas legalmente. Entre estos países se encontraría Afganistán, Arabia Saudita, Corea del Norte, Irak, Nigeria, Siria y Somalia, principalmente.
Desde que el Estado Islámico (EI) proclamó su califato en junio de 2014, el grupo terrorista ha iniciado una campaña de exterminio y eliminación de otros grupos religiosos que no se reconozcan al islam suní radical, entre ellos judíos, cristianos e, incluso, islamistas no radicales. Este hecho se ha vuelto un factor decisivo en el aumento de las personas que buscan refugio en países de occidente, principalmente.
La persecución en Egipto
En este contexto, el informe denuncia el «genocidio» de las acciones del EI en países como Siria e Irak. A los cuales se les puede sumar los hechos recientes en Egipto, donde el grupo extremista reivindicó dos atentados en iglesias cristianas en Alejandría, en los cuales murieron 43 personas y al menos otras 118 resultaron heridas.
Pero más allá de las cifras, que son gravitantes, ya que una de cada tres personas vive en un país sin libertad religiosa y en el 20% de los países del mundo este derecho se ataca gravemente, los números esconden historias familiares y personales que encarnan el dolor.
La periodista e integrante de la Fundación a la Iglesia que sufre Chile, Magdalena Lira, viajó hasta Egipto en el marco de una red de apoyo a víctimas de la violencia del EI en la zona. Luego que en febrero de 2015, 21 egipcios fuesen secuestrados por el EI en un viaje en búsqueda de trabajo hacia Libia. Personas que fueron decapitadas luego de 40 días de encierro, en los que les obligaban a convertirse en el extremismo a cambio de su vida.
En conversaciones con Publimetro, Magdalena nos cuenta que «tuve la posibilidad de reunirme con los hijos huérfanos de estas personas y sus familias, quienes se enteraron de la muerte de sus queridos por los videos que publicó el EI, donde se ve el asesinato».
«Cuando estuve allá tuve la posibilidad de conversar con el Obispo de la zona, muy pobre en el Cairo, y me contaba que cuando estas personas fueron grabadas, antes de morir, se veía que murmuraban algo, razón por la que contrataron a alguien que sabía leer los labios y resulta que estaban rezando el padre nuestro», añade Magdalena.
Todos los integrantes de este grupo de 21 personas eran coptos ortodoxos, misma religión de las iglesias que fueron atacadas este domingo en Alejandría, cristianos que representan al 10% de los creyentes en Egipto.
El modo operativo del EI es tomar de rehenes a cristianos o creyentes no islámicos extremistas que son obligados a convertirse y perpetuar otros crímenes a manos del grupo terrorista.
«Luego que se enteró lo de su padre, una de las niñas con las cuales tuve la posibilidad de conversar, me transmitió el orgullo que ella sentía que su padre muriera por no convertirse en islamista extremo, pero lo que más me impresionó, fue su capacidad de perdón», expresó la chilena.
La presencia de Boko Haram en Nigeria
Aunque el fundamentalismo religioso contra los cristianos es una constante en Medio Oriente, la mayor parte de África corre similar suerte. En países como Nigeria, Camerún, Chad, Níger y Malí el extremismo islámico también toma forma con el grupo Boko Haram.
En Nigeria, un 50% de la población se considera musulmana mientras que la otra mitad adhiere al cristianismo. Mientras que el norte de este país la Sharia ha sido tradicionalmente considerada como un código de justicia informal, y es aceptada por sectores de su población, la misma es ampliamente rechazada en el sur, donde existe una proporción mayor de cristianos.
Es precisamente en el norte de Nigeria donde hace cuatro años atrás secuestraron a la familia de Katherine: Filomena, su hija mayor que ahora tiene 9 años, Daniel, su hijo menor que tiene 5, su esposo y su suegra.
«En 2015 Katherine y su familia fue secuestrada por Boko Haram, y mataron a su esposo, delante de toda su familia, por no unirse a este grupo. Luego de esto secuestraron a sus ambos hijos, Daniel y Filomena, que en ese entonces tenían 2 y 5 años respectivamente, y ella fue la única que logró escapar. Recién en marzo de de este año Katherine pudo rescatar a sus niños, luego de una redada que hizo el ejército en una zona donde posiblemente tenían secuestrados a los niños», narra Magdalena, quien como voluntaria conoció a las mujeres y familias víctimas de Boko Haram.
La voluntaria cuenta que «después de cuatro años, Katherine pudo recuperar a sus hijos, quienes poco se acuerdan de ello, lo que es muy lamentable porque ahora empieza una etapa de volver a conocerse».
A dos mil años de la persecución de Jesús, pareciese que estos hechos ya no volverían a ocurrir, pero hoy el cristianismo sigue siendo perseguido y atormentado en diversos lugares del mundo.