El parlamento escocés solicitará este martes oficialmente un nuevo referendo de independencia, abriéndole un frente al gobierno británico a menos de 48 horas que se notifique oficialmente su adiós a la Unión Europea tras 44 años de difíciles relaciones.
La primera ministra británica Theresa May viajará a Escocia durante esta jornada para reunirse con la jefa del gobierno regional escocés, Nicola Sturgeon, en un último intento por evitar el referendo, o aplazarlo hasta después de la conclusión de las negociaciones de ruptura con la UE.
Sturgeon ya ha advertido que sería «un ultraje demócratico» si May no permitiera el nuevo plebiscito, luego que en el de 2014 se impusiera la permanencia en el Reino Unido. Mientras que May reiterará que no permitirá que «la Unión se debilite».
El descontento no es patrimonio escocés: la ruptura con la UE ha echado aceite al fuego en Irlanda del Norte, donde el gran partido republicano Sinn Fein dio por quebradas las negociaciones con los unionistas para la formación de un gobierno de coalición (impuesto por los acuerdos de paz).
De este modo, se acerca la posibilidad de que Londres suspenda la autonomía y gobierne directamente la región, creando otra distracción.
Ruptura con Europa
El miércoles se producirá el momento tan temido por unos y anhelado por otros: May enviará una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la que invocará el Artículo 50 del Tratado de Lisboa, puerta formal de salida de la UE, y detonante de dos años de negociaciones.
«Todo Estado miembro podrá decidir, de conformidad con sus normas constitucionales, retirarse de la Unión», afirma la cláusula de retirada.
Salvo sorpresa mayúscula, no habrá marcha atrás y los británicos abandonarán la UE luego de más de cuatro décadas de desacuerdos, aunque el redactor del Artículo 50, el diplomático británico John Kerr, sostiene que la activación es reversible.
Se espera que Londres adelante en su misiva los objetivos de las negociaciones, que, ese mismo día May explicará al parlamento británico.
La primera ministra ya adelantó que quiere una ruptura «clara y neta» con la UE, para tener las manos libres y limitar la llegada de inmigrantes europeos. Según ella, ese fue el mensaje que los británicos transmitieron el 23 de junio de 2016, cuando votaron a favor de la salida de la UE en una proporción de 52% a 48%.
Si Londres optara a permanecer en el mercado único, Bruselas le impondría la entrada ilimitada de inmigrantes europeos en observación de su principio de libre circulación de mercancías, servicios, capitales y personas.