Estados Unidos amenazó el miércoles con congelar su cooperación con Moscú en Siria y el secretario general de la ONU calificó de «crímenes de guerra» los bombardeos de los dos principales hospitales de la parte rebelde de Alepo.
Para las ONG y los habitantes, estos ataques deliberados del régimen sirio y su aliado ruso buscan aniquilar las infraestructuras que quedan en servicio en los sectores asediados.
En una nueva conversación telefónica, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, informó a su homólogo ruso, Serguei Lavrov, de que «Estados Unidos se prepara para suspender la cooperación bilateral EEUU-Rusia en Siria» si Moscú, aliado del régimen sirio, no pone fin a los bombardeos de Alepo.
Kerry citó la creación de un «centro conjunto» de coordinación militar previsto por un acuerdo firmado en Ginebra por Rusia y Estados Unidos el 9 de septiembre pero que saltó por los aires diez días después.
El ministerio ruso de Defensa respondió mencionando el envío de expertos militares a Ginebra para «relanzar las consultas» con Estados Unidos.
«No dejaremos que Alepo se convierta en la Guernica del siglo XXI», advirtió a su vez el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Marc Ayrault.
Este miércoles, al amanecer, los dos hospitales más importantes del este de Alepo quedaron fuera de servicio, uno a causa de un ataque aéreo y otro por un disparo de artillería, según la Syrian American Medical Society (SAMS), una ONG médica con sede en Estados Unidos.
Al menos dos pacientes resultaron muertos y dos miembros del personal sanitario fueron heridos en estos ataques, según la oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF).
«Esta es una guerra dirigida contra los trabajadores sanitarios de Siria», denunció Ban Ki-moon, recordando que el derecho internacional obligaba a proteger al personal y las instalaciones médicas. «Los ataques deliberados contra hospitales son crímenes de guerra», agregó.
– ‘Nos matará con las balas’ –
Para Diana Semaan, de Amnistía Internacional (AI), estos bombardeos persiguen obligar a los 250.000 habitantes de los sectores rebeldes a huir hacia las zonas gubernamentales.
«El único objetivo de estos ataques contra los hospitales es aumentar el sufrimiento de los civiles, destruir las infraestructuras para obligar a los civiles a partir hacia las regiones donde sigue habiendo infraestructuras», explicó a la AFP.
La violencia de los bombardeos llevó al papa Francisco a lanzar «un llamado a la conciencia de los responsables de los bombardeos, que tendrán que rendirle cuentas a Dios».
Un generador de uno de los dos hospitales quedó completamente destruido. Tres empleados resultaron heridos en el segundo hospital, incluyendo un conductor de ambulancia, una enfermera y un contable, según Adham Sahlul, de SAMS.
Sahlul calificó los ataques de «deliberados» y señaló que «ya sólo quedan seis hospitales activos, ahora que estos dos establecimientos están fuera de servicio».
«La gente herida y los enfermos en un estado grave deben ser evacuados del sector este de Alepo», declaró la ONG Médicos sin Fronteras.
Más de 165 personas, en su mayoría civiles, murieron en los bombardeos desde el jueves 22 de septiembre, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El jueves pasado, al iniciar la ofensiva, la Fuerza Aérea siria había llamado a los habitantes del este de Alepo de dirigirse a las zonas controladas por el gobierno.
La mayoría de los habitantes en zona rebelde temen ser detenidos si van al oeste de la ciudad.
«No sabemos lo que nos espera en los próximos días. Temo que sigamos asediados y que el régimen avance aún hacia los barrios residenciales. Nos matará con las balas, no con los bombardeos. No hay manera de huir. Apuntan a todos los barrios», confió a la AFP Mohammad Al Rifai, de 37 años, residente en el barrio de Al Chaar, donde alquila vehículos.
El ejército se apoderó el martes de Farafira, un pequeño barrio rebelde de la ciudad vieja de Alepo, donde se concentran los combates.
El miércoles, seis civiles murieron en un bombardeo de artillería del régimen cerca de una panadería, según socorristas.
El barrio de Maadi, uno de los más afectados, es blanco de la artillería gubernamental ubicada en la ciudadela de la Ciudad Vieja.
El jefe de la organización Cascos Blancos Sirios (la defensa civil del territorio rebelde) advirtió en una entrevista a la AFP que el este de Alepo no «aguantará más de un mes» debido a la destrucción de los servicios municipales.
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