En la Explanada de los Ministerios, como en un partido de la Copa Mundial, las dos multitudes diferentes vibraban a intervalos aleatorios. Conforme los diputados votaban la continuidad del proceso de juicio político, una ola de entusiasmo se revolvía en ambos lados del muro que separaba a los manifestantes. Eran, de acuerdo con la Oficina de Seguridad Pública, 79.000 militantes -53.000 a favor de la salida de la presidenta Dilma Rousseff y 26.000 en contra-, a las 20 horas, en el auge de los dos actos.
Para garantizar la seguridad, fueron llamados 3.000 policías, 320 bomberos y 75 agentes del DMV (Departamento de Tránsito). En la Rodoviaria del Plano Piloto, a través del cual llegaron los dos grupos, había tres policías cada 15 pasos. Para entrar en cualquiera de las áreas protegidas, pasaron por una revista de personal – aparentemente más cuidadosa en el lado de los manifestantes que apoyaban a la presidenta Dilma Rousseff (PT).
El Muro
La valla que dividía a los manifestantes funcionó: los grupos ni siquiera se acercaron a la zona. Muchos llegaron a mostrar un poco de vergüenza por la división. «Este es el muro de la vergüenza. No se debe separar a la sociedad. UNE quiere destruir muros», dijo el miembro de la UNE (Unión Nacional de Estudiantes) Rafael Minoro.
«Me duele la división del país representado por este muro», se lamentó el investigador Alcyone Camargo, a favor de la acusación. «Pero tenemos que luchar contra la corrupción.»
En general, la protesta fue pacífica, sin incidentes graves. Por la mañana, se incautaron petardos en el lado a favor de la destitución. El cuerpo de bomberos informó visitas ocasionales de las personas que lo pasaron mal a causa del calor.
No hubo violencia entre los grupos. Entre la marea verde-amarilla, un ambulante de rojo (color de los partidarios del gobierno) vendía agua en voz baja. Alexandre da Silva, un estudiante, dijo que estaba a favor del juicio político y no había prestado atención al color de la camisa que salir de casa. «Creo que el color no afecta en nada. Las personas dijeron que yo debería estar en el otro lado», se rió.
La profesor Juliana Bramatti, de rojo, erró el lugar de la manifestación contra el proceso, pero tampoco fue acosada. «Creo que la gente venía con otra mentalidad», explicó. Ella dijo que estaba «a favor de la democracia.» «No es Dilma quien va a perder, es el pueblo», dijo.
Similitudes
Si la pared dividió a los manifestantes en lados opuestos, la música rompió las barreras. Los dos grupos compitieron en volumen: ya sea con versos de Chico Buarque o encendidos discursos desde la parte superior de sus tríos eléctricos. «Ole ole, ir a las calles para derrocar al PT», gritó uno de los camiones.
Visitantes de todo el país fueron vistos en la explanada. El agricultor Almeri Buzzata vino de Paraná, con otros 27 colegas para protestar por el presidente. «Hemos tenido que dar fuerza a la gente», dijo.
Manuel Maciel, autónoma, de Piauí contra el juicio político. «Lo que me trae aquí es la defensa de los beneficios que este gobierno nos ha dado en áreas tales como la educación y la seguridad», afirmó.
Diferencias
A primera vista, saltaba a los ojos algunas diferencias entre las dos partes. La presencia ambulantes, por ejemplo, fue más masiva en el grupo a favor de la acusación. Vendían de todo, desde churros elaborados a R $ 8, banderas y camisetas de color verde-amarillo, cuernos e incluso muñecos – R $ 20. Entre los partidarios de la presidenta, uno que otro distribuidor aparecía ofreciendo agua, palomitas de maíz o brochetas. «Quería comprar», protestó Luiz Felipe da Costa, en paro y contra la destitución.
Otras ciudades
Con grandes pantallas y mucho ruido, el ambiente era efervescente también en eventos a favor y en contra de la destitución de la presidenta Dilma Rousseff (PT) ayer en ciudades de 25 estados y en el Distrito Federal. En Sao Paulo, actos reunieron de acuerdo con el Datafolha estima, 250.000 en la Av. Paulista (a favor del juicio político) y 42.000 en Anhangabaú (contrarios de impeachment de Dilma), durante la votación en la Cámara de Diputados, en Brasilia.
En Río de Janeiro, temprano, actos en defensa y en contra de Dilma se centraron en la playa de Copacabana, en el sur, y más tarde en Lapa. En Porto Alegre, cerca de 3.000 personas, de acuerdo con la Brigada Militar, hicieron por la mañana una caminata en contra de la posibilidad de abrir el proceso de destitución.
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