Las negociaciones de paz para Siria se reanudan mañana, miércoles, en una tercera ronda en la que el mediador de la ONU, Staffan de Mistura, ha adelantado su voluntad de entrar directamente y de lleno en la cuestión de la transición política.
Se trata del asunto que más polémica levanta entre el gobierno de Bachar Al Asad y la oposición, representada en este proceso diplomático por la llamada Comisión Suprema para las Negociaciones (CSN), que rechaza la posibilidad de que el presidente sirio pueda tener algún papel en esa transición.
Siria ha entrado en su sexto año de guerra civil, cuya intensidad se ha rebajado enormemente gracias al acuerdo para el cese de las hostilidades, que este fin de semana cumplirá siete semanas.
Las víctimas del conflicto se cifran entre 275.000 y 300.000, mientras que la mitad de la población del país cuando empezó el conflicto, unos 23 millones, ha tenido que abandonar sus hogares para convertirse en desplazados internos o refugiados en países vecinos y, desde el año pasado, también en Europa.
De Mistura iniciará este miércoles la nueva ronda de negociaciones con una reunión con el CSN, una alianza formada por opositores políticos en el exilio y grupos rebeldes sirios, coincidiendo con las elecciones parlamentarias convocadas por Al Asad en Siria.
Argumentando la celebración de estos comicios, la delegación gubernamental recién llegará a Ginebra un día después, el jueves 14.
El mediador de la ONU ha cuestionado esos comicios señalando que los únicos que reconoce la comunidad internacional son los que están plasmados en la resolución 2254 del Consejo de Seguridad.
Se trata de las elecciones libres que deberá preparar el órgano de gobierno transitorio que debería formarse como resultado del actual proceso negociador y que es el núcleo de un acuerdo alcanzado entre un grupo de potencias mundiales y regionales con influencia en las partes en conflicto, encabezadas por Estados Unidos y Rusia.
A partir de mañana y por dos semanas, las consultas intentarán abordar lo más pronto posible la transición política, durante la cual se deberá reformar la actual Constitución siria y preparar elecciones a celebrarse en un plazo de dieciocho meses, contados a partir de febrero último, y bajo supervisión de la ONU.
En este tópico, el futuro del presidente Al Asad es lo más difícil de resolver, pues hasta ahora la delegación gubernamental se ha negado a entrar en discusiones sobre la posibilidad de su retiro para que un eventual gobierno transitorio que asuma los poderes plenos, una exigencia fundamental de la oposición.
Al término de la última ronda de negociaciones, De Mistura entregó a ambas delegaciones dos documentos: El primero contenía preguntas relacionadas con «principios básicos» sobre el futuro de Siria, mientras que el segundo consistía en una treintena de preguntas detalladas sobre el gobierno transitorio.
Con esos cuestionarios, De Mistura presentó igualmente a ambas delegaciones un documento propio en el cual identificaba áreas en las que, durante sus reuniones con unos y otros, él había observado criterios comunes.
Con estos documentos, a los que se incorporarán las respuestas de las dos partes que negocian, De Mistura planea abordar finalmente la cuestión más espinosa y compleja de todas: la transición política, que es el objetivo final de estas negociaciones.
El tiempo apremia ya que, como el propio mediador lo ha reconocido, el cese de las hostilidades es «frágil» y la reanudación de los combates podría hacer descarrilar este proceso político.
La oposición ha adelantado que planteará al mediador como otras prioridades en las negociaciones, la liberación de los prisioneros políticos, y el retiro de los puestos militares y de control.
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