La Policía brasileña dispersó hoy a decenas de manifestantes que estaban concentrados desde la noche del miércoles en la céntrica Avenida Paulista, para exigir la renuncia de la presidenta Dilma Rousseff y expresar su rechazo al nuevo ministro de la Presidencia, el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Sin éxito en las negociaciones para una retirada pacífica, la Policía Militarizada de Sao Paulo ordenó en la mañana de este viernes la intervención de la Tropa de Choque, como se conoce al batallón antidisturbios, para dispersar la manifestación que duraba ya cerca de cuarenta horas.
Los policías utilizaron descargas de agua con mangueras de presión y cuando algunos de los manifestantes respondieron con piedras y objetos en su contra, los agentes lanzaron gases lacrimógenos.
La acción fue rápida y no demoró más de diez minutos, suficientes para liberar el tráfico de vehículos en la céntrica avenida, identificada como el «corazón financiero» de Brasil.
Según medios locales, en el momento de la acción policial se encontraban en el lugar unos 700 manifestantes, muchos de los cuales estaban acampados en unas veinte tiendas montadas frente a la sede de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP), la mayor patronal del país y que apoya las protestas.
Los manifestantes salieron a la calle al final de la tarde del miércoles, cuando se confirmó el nombramiento de Lula como ministro, y prolongaron sus protestas con el propósito de evitar una manifestación a favor del Gobierno y del exmandatario programada para este viernes.
El expresidente juramentó su cargo en un clima de polarización política, pero su nombramiento quedó en entredicho con una suspensión cautelar ornada por un juez minutos después de tomar posesión en Brasilia.
Las centrales obreras y movimientos sindicales favorables al Gobierno de Rousseff y en defensa de Lula, investigado en el marco del caso de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, convocaron a una jornada de movilizaciones para este viernes.
El último domingo, durante una multitudinaria jornada en contra de Rousseff y Lula, que según la Policía reunió 3,6 millones de personas en todo el país, de las cuales 1,4 millones sólo en la Avenida Paulista, las autoridades de Sao Paulo impidieron la presencia de manifestantes pro Gobierno para evitar conflictos.
Con esa misma justificativa, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Sao Paulo intentó negociar la salida este viernes de los manifestantes contra el Gobierno y, sin éxito en el diálogo, ordenó su dispersión a través de la acción de la fuerza pública.
Brasilia también tuvo el jueves protestas a favor y en contra del Gobierno.
Entrada la noche, centenas de personas se movilizaron y acudieron a los jardines frente a la sede del Congreso, donde llegaron a escenificar el entierro del Partido de los Trabajadores (PT), formación a la que pertenecen Rousseff y su ministro Lula.
El lago que cerca el Congreso separó el cordón policial de los manifestantes, que llevaban carteles en los que se podía leer «El poder del pueblo» y «Fuera PT».
Las protestas del jueves a favor y en contra del Gobierno se realizaron también paralelamente a la instalación en el Congreso de una Comisión Especial, que determinará si existen indicios para un eventual juicio político con el fin de destituir a Rousseff.
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