En mi primera columna de 2016 quiero tocar un tema que cobra gran relevancia para las personas: las inversiones.
En los últimos años ha existido un fuerte crecimiento de diferentes mecanismos de ahorro e inversión. Estos van desde las clásicas cuentas de ahorro, depósitos a plazo, fondos mutuos, renta variable, y una serie de fondos de inversión. Es en estos últimos en los que me quiero concentrar, y hacer ciertas recomendaciones.
Existen diversos tipos de fondos de inversión. Típicamente, se trata de fondos que gestionan inversiones y cobran un porcentaje, en algunos casos por monto administrado, y en otros casos sobre los resultados obtenidos.
Hay que entender que estos fondos invierten en instrumentos que se denominan de renta variable, es decir, fluctúan al alza o a la baja. Además, existe una relación de riesgo y retorno, es decir, instrumentos con potencialidad de generar mayores rentabilidades, poseen además mayores niveles de riesgo.
Aquí surge un primer punto a considerar. Han surgido algunos fondos que «garantizan» rentabilidades fijas y elevadas, a todo evento, sin riesgo. Después de diez años en inversiones, puedo sostener con total responsabilidad que eso no existe.
Siempre las inversiones están sujetas a variabilidad. Aquellos fondos que prometen rentabilidades mensuales fijas, sin ninguna variación, de 3%, 5% y algunos casos -descabellados, por cierto- de 10% son en la mayoría de los casos esquemas piramidales. Esto es, los pagos mensuales de los primeros en entrar se garantizan en realidad no por la capacidad de los gestores, sino utilizando los recursos de los nuevos entrantes. Por ello que el número de entrantes debe ser creciente, para mantener el flujo de pagos.
Cuando esto no sucede, el esquema se desarma y los gestores del fondo desaparecen, y los clientes pierden sus capitales. El más conocido de este tipo de esquemas fraudulentos es el del tristemente célebre Bernard Madoff, que estafó a miles de clientes por un monto de US$50.000 millones, el fraude más grande de la historia cometido por una sola persona, por lo que fue condenado a 150 años de prisión.
Estos esquemas se sostienen en general entre tres y cinco años sin problemas, dependiendo del ingreso de clientes, hasta que se comienzan a existir problemas con los pagos, y se destruye el engaño. En el proceso, los clientes que están dentro pierden entre el 75% y 100% del capital.
Frente a lo anterior, algunas recomendaciones muy claras:
1. Dudar siempre de los esquemas de rentabilidad fija. Tal como expliqué antes, los mercados son variables y las rentabilidades dependen del riesgo, por lo que garantizar altas rentabilidades fijas es, a lo menos, muy dudoso
2. Siempre hacer revisar el contrato por un abogado, no sólo en los aspectos de forma, sino también en los detalles de la estructura legal del oferente del servicio
3. Mirar en internet. Muchas veces, una simple búsqueda en Google permite encontrar reclamos contra estas empresas. Si hay polémica o dudas, es mejor abstenerse
4. Revisar quienes son los gestores del fondo, las personas detrás de la promesa ¿Qué trayectoria tienen? ¿Son conocidas en el mercado? ¿Poseen un historial financiero impecable?
Todos sabemos que cuesta mucho ganar los recursos, cuesta mucho ahorrar. Por esto mismo es que la responsabilidad de no dejar nuestros recursos en manos de inescrupulosos o esquemas piramidales en nuestro deber.
Rafael Garay
Economista y CEO de Think & Co.
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