Su presencia al interior de los vehículos comenzó a ser exigible por la autoridad desde el 1 de enero. El clásico chaleco reflectante se transformó a días de Año Nuevo en un escaso artículo, algo que tras el arribo del 2016 se acrecentó, elevando su precio exponencialmente y disminuyendo dramáticamente su stock en locales.
Por ello, los capitalinos recurren a los clásicos barrios comerciales de Santiago para obtener uno de los tres diseños autorizados por la normativa, siendo el Barrio Meiggs, en Estación Central, uno de los lugares donde los conductores buscaron -muchos sin éxito- esta prenda de seguridad.
Principalmente, las importadoras chinas de calle Bascuñan Guerrero trataron de atender la demanda por estos chalecos, los cuales se encuentran prácticamente agotados y su precio por mayor supera los tres mil pesos comprando sobre 200 unidades.
Por ejemplo, muchos compradores cuentan que han pasado la noche esperando obtener el producto y mucho se quejan del alto precio lo que obliga a venderlos por sobre los $5.000 a los clientes finales.
En la galería pueden apreciar algunas postales que dejó esta jornada.
PUB/VJ