Sernageomin: en 35 años registra 70 desastres naturales geológicos

Un estudio del Servicio Nacional de Geología realizó un catastro de los desastres que han azotado a Chile desde 1980, a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.

Un estudio del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) indicó que en todas las regiones de Chile, desde 1980 hasta hoy, se han registrado al menos 70 desastres naturales principales, asociados a peligros geológicos.

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Con este nombre, el servicio denomina a eventos de la corteza terrestre tales como aluviones, remociones en masa, deslizamientos (derrumbes de cerros y montañas), flujos de barro y detrito (fragmentos de roca), inundaciones y anegamientos.

El más reciente de estos fenómenos se registró entre el 24 y el 26 de marzo pasado en Atacama, donde los aluviones inundaron 1.200 hectáreas (55% de superficie urbana) en Copiapó y Paipote, afectando directamente a más de 70.000 habitantes, además de los efectos registrados en Chañaral, Diego de Almagro y otras localidades del valle del río Salado.

En la entrega del estudio, el presidente de la Cámara de Diputados, Marco Antonio Núñez, comprometió esfuerzos para la creación y financiamiento de un plan nacional destinado a estudiar, mapear y zonificar los peligros geológicos potenciales del territorio. El objetivo final, dijo, es usar esa información para construir las obras de mitigación que se necesitan para evitar desgracias.

Según el parlamentario, la tarea debería quedar a cargo del mismo Sernageomin, pues este servicio “tiene la capacidad profesional para llevar adelante un plan de este tipo. Eso se ve claramente en la calidad de los mapas y estudios que allí se han generado en casos puntuales, pero ahora se requieren más recursos para que este trabajo se realice de manera sistemática en cada una de las regiones y comunas del país”.

Con preocupación, Núñez planteó que “vemos que estos hechos se suceden cada año, sin que el Estado haya asumido el vacío de información técnica sistemática, mientras las autoridades, la ciudadanía y los medios de comunicación asumen estos ‘desastres naturales’ como si no fueran evitables o al menos mitigables, sino como un designio incontrarrestable. O sea, hasta ahora se trata de un tema invisibilizado y sin memoria”.

El estudio publicado por el Sernageomin es el “Catastro de los principales desastres naturales por peligros geológicos en Chile, y efectos sobre la población y bienes públicos y privados entre 1980 y 2015”.

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En el documento se revisan casos como el de junio de 2005, cuando en Concepción y alrededores se registraron deslizamientos debido a lluvias torrenciales ocurridas en la zona, lo que causó la muerte de 5 personas, 1.514 albergados, 6.902 damnificados y 11.331 viviendas afectadas, de ellas 781 destruidas.

Otros casos destacados son el de junio de 1991 cuando la ciudad de Antofagasta fue afectada por flujos de barro y detritos, de gran poder destructivo que ocasionaron 91 muertos y 19 desaparecidos y pérdidas materiales públicas y privadas estimadas en US$80.000.000.

O en mayo de 1993, cuando en las quebradas Macul y San Ramón, en Santiago, se registraron flujos de detritos debido a intensas lluvias de otoño, a raíz de lo cual murieron 26 personas y 9 desaparecieron, 307 casas fueron destruidas, 5.000 dañadas, y US$ 5.000.000 en pérdidas, lo que más tarde dio origen a obras de mitigación mediante piscinas de decantación.

También se mencionan los deslizamientos e inundaciones en el cauce del río Las Minas, que el 11 marzo de 2012 afectaron al sector sureste de Punta Arenas.

El director nacional del Sernageomin, Rodrigo Álvarez Seguel, destacó que los peligros geológicos son de diverso tipo. Por ejemplo, respecto de aquellos de origen volcánico, el Estado ya tomó cartas en el asunto, porque era lo que correspondía tras las erupciones de los volcanes Chaitén y Llaima en 2008.

Ese año se resolvió crear la Red Nacional de Vigilancia Volcánica del Sernageomin, cuyos mapas y monitoreo de los 43 volcanes activos más peligrosos han aportado información oportuna en varias crisis eruptivas.

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